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Editorial del Programa ECOS del día 9 y 11 de Julio de 2009

 

Subalimentación y retardo mental

 

Hoy quería leerles algo. Hace veinte años, cuando yo estaba en radio Universidad Nacional de La Plata, un amigo me acercó un texto escrito por Víctor LEVAGNO, Crónicas de barro.
Como buena urraca, guardé el Capítulo: Silogismos del espanto y si bien los datos que exhibe están basados en el Informe sobre pobreza en Argentina del INDEC, 1989, usted haga las trasposiciones a veinte años, y tendremos un panorama actualizado. Pongamos que lo que leeré no es tan así, y que hay un porcentaje de cierto. Un solo porcentaje…

el texto dice (1989):
- Si en el conurbano hay 2 millones de mujeres alimentándose mal, lo que les ocasiona algún grado de desnutrición,
- Si de esas mujeres hay un millón ciento cincuenta y un mil que tendrán en los próximos años un mínimo de dos hijos cada una,
- Si los hijos de madre desnutrida nacen con retardos mentales irrecuperables:

En 1994 habrá como mínimo 2.300.000 nuevos retardados mentales.

- Si en 1989 hay 650.000 niños de 0 a 2 años mal alimentados,
- Si la insuficiencia alimentaria en los dos primeros años de vida genera daños cerebrales irreversibles:

Ya existen 650.000 ciudadanos deficientes mentales en el Gran Buenos Aires.

Si la población estimada para 1994 en el conurbano es de 9.500.000 habitantes y si sumamos solo las dos cifras anteriores (sin tener en cuenta los ya nacidos en iguales condiciones desde hace varias décadas) concluiremos que, como mínimo y en forma inevitable, en 1994 el 32% de la población del cinturón de Buenos Aires será retardada mental.

Un deficiente mental NO PUEDE:

- Comprender lo que se le enseña en la escuela primaria obligatoria.
- Continuar estudiando el secundario y mucho menos otro nivel superior
- Por ende, no puede trabajar en un empleo calificado.

Un deficiente mental NO PUEDE:

- Establecer una clara diferencia entre lo que la sociedad considera malo o bueno, moral o inmoral, justo o injusto, legal o ilegal, propio o ajeno, positivo o negativo.

Un deficiente mental NO PUEDE:

- Dar pautas de educación a sus hijos
- Protegerlos espiritual y económicamente.

Por todo ello, y aun suponiendo que con los malos empleos que obtengan todos estos discapacitados consigan ganar lo suficiente para alimentar a sus hijos, muchos de ellos adquirirán las pautas de su hogar, por lo que los males de la subalimentación se multiplicarán inexorablemente.

Si no paramos con el crimen social de la miseria y la desnutrición, los porcentajes y las cantidades serán año a año más abrumadores.
Y algún día, no muy lejano, millones de retardados estarán rodeando los “reductos privilegiados” de los que se salvaron y con la poca capacidad de raciocinio que les quede, notarán que son la gran mayoría, que son distintos y que están marginados.
¿Qué sucederá entonces?
Quién sabe. Nadie puede prever lo que hará un retardado., Y mucho menos lo que podrán hacer varios millones.