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Editorial del Programa ECOS del día 22 de Abril de 2010

 

Día de la Tierra. Macroeconomía y paradojas

 

 

Hoy es el Día de la Tierra. Y a la vez está en sesión en Cochabamba, la cumbre de los pueblos en un país que es idealizado como la meca del eco progresismo mientras en silencio el plan de gobierno sigue apoyando la minería, la explotación de petróleo en zonas indígenas. incomprensiblemente.

Hemos tenido una semana con muchas cosas: el fallo de la haya, que mencionaremos mas luego, la ciudad de Mendoza con su agua cortada debido a que "alguien" echó mercurio en la red. funcionarios que salieron a decir que igual era poquito y después de todo el mercurio no hace tan mal.. Tires y aflojes con el glifosato nuestro de cada día, con la censura al Dr. Carrasco para una conferencia que propuso dar en la Feria del Libro en la cual iba a repetir lo que ya se sabe acerca de la toxicidad del brebaje que sostiene al sistema sojero.

Una semana realmente intensa en estos temas, adonde el calentamiento global empieza a pegar duro como los granizos que mataron a un pibe e hirieron a un montón de gente, dejando la ciudad de Bs As y sus automóviles hechos un colador. Una semana plagada de colegas que siguen afirmando que todo ésto es normal y que siempre pasaron estas cosas después de todo, y que los ecologistas somos unos desconfiados alarmistas.

Pensaba en todas estas cosas y leía una nota sobre Macroeconomía y el fracaso del diseño que la explica. La nota refería al bajo perfil de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación como evidencia del fracaso de la macroeconomía por no reconocer la importancia de hacer inversiones en el manejo sostenible de la tierra.

La Convención fue adoptada en 1994 para combatir la degradación de la tierra y reducir los efectos de la sequía, promoviendo la cooperación mundial.

El cambio climático está agravando el problema a lo que se suman las actividades agrícolas mal manejadas: el uso a destajo de químicos y fertilizantes que aniquilan la madre tierra de la que hoy hacemos actos en todo el mundo.

Con esta ganadería intensiva los animales pueden terminar con toda la masa vegetal que ya no regresa. El riego también puede terminar con la fertilidad, dependiendo como se haga.

Cuando estas tres cosas están presentes, el cambio climático se multiplica. Entonces, un fenómeno extremo como un huracán puede barrer un área que no está preparada ecológicamente. Lo vimos en la tele: cientos de muertos bajo un alud, en Rio de Janeiro, que tiene muchas cámaras. Pero no le dimos importancia cuando pasó en el monte hondureño o en El Salvador.

A la implementación de todas las convenciones le faltan dos ingredientes: el apoyo político de los países y la movilización de recursos financieros. Lo vimos con toda claridad en Copenaghe.

Las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas constituyen 41 por ciento de la superficie terrestre del planeta y ahí viven casi 2.000 millones de personas. Pero ellos son los que menos emiten dióxido de carbono a la atmósfera, y a la vez, son los más afectados por el cambio climático. Este es un asunto de inequidad e injusticia para ellos. Hacer justicia no es caridad.

Sin embargo, todas las monedas que se caen de la mesa de los países ricos son disfrazadas como gentileza, como una dadiva cuando en verdad se trata sólo de justicia.

En este Día de la Tierra, aprovechemos para reflexionar en estas cosas.

Como diriamos en el barrio: que no nos tomen de giles.