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Editorial del Programa ECOS del día 8 de Junio de 2010

 

Promesas mineras. Traiciones a la gente.

 

 

En Canadá, nuestra señora presidente dijo algunas cosas que nos entristecieron bastante a varios millones de argentinos.
En el marco de la reunión del G20, sostuvo que – en relación a las inversiones de empresas mineras en Argentina – las reglas gracias a las cuales se han permitido hasta ahora las inversiones, no cambiarán.
Este marco que acompaña, protege y cuida a las mineras, es el establecido durante los años 90 en el gobierno de Menem. Y ratificado por este gobierno y todos los que hasta hoy estuvieron, sin que se les caiga una lagrimita siquiera de piedad por el país.
Jamás se pensó en cuentas patrimoniales, en Evaluación Ambiental Estratégica, en el modelo de desarrollo que se quiere en Argentina en cada región.
Que la gente necesita en Argentina en cada región.
Nunca se decidió hacer participar a la gente en un Ordenamiento Ambiental del Territorio, que está establecido como obligatorio en la Ley General del Ambiente.
La minería no ha tenido procesos de audiencias públicas o plebiscitos, salvo un par de casos en los que la gente dijo basta y se metió de prepo a hacer cumplir la ley.

El panorama es bien sombrío:
Una cordillera bajo las manos de las corporaciones.
Millones de pobladores en la precordillera que ven peligrar su agua.
Una ley de glaciares vetada, en línea con estas declaraciones en las cuales, si leemos las letras chiquitas, dice:

“amigos mineros, no se preocupen: podrán seguir saqueando y contaminando, pues nadie hace cumplir la ley general del ambiente, les mantendremos los beneficios y exenciones para que no tengan que pagar nada, y les evitaremos legislaciones que molesten sus actividades, como la ley de glaciares. Al que se atreva a decir algo, lo acusaremos de terrorista y lo neutralizamos. A los medios que se animen a contar estas cosas, o los compramos o los cortamos (como hace el gobernador de San Juan, que corta la señal cada vez que sabe que van a pasar un programa anti minero).
En la escuela, enseñamos que la minería da trabajo y progreso. En la universidad, ponemos dinero para que se enseñe solo la mitad de la biblioteca y se oculte adrede el severísimo impacto que la extracción a destajo produce adonde sea que esté.
Europa prohíbe comprarnos si usamos cianuro? Nos unimos y nos quejamos. Acá somos guapos, y el cianuro no hace nada! Si al final también está en las almendras!
Si los habitantes se cansan y cortan la calle, ¿para qué está Gendarmería, si no?“

Esa seria la letra chiquita.
Me da vergüenza ajena.