Skip to: Site menu | Main content

Editorial del Programa ECOS del día 15 de Agosto de 2015

 

Cuando el uranio se relaciona con el mal sueño

 

 

La historia de los habitantes de Kalachi, un pequeño pueblo en la estepa del noroeste de Kazajistán, nos había parecido enormemente curioso.
Desde hace unos cinco años, muchos pobladores, como 150, se “quedaban dormidos” mientras estaban caminando, trabajando en el campo o en sus casas, en una suerte de desmayo brusco duraba desde algunas horas hasta una semana. Y no había cómo despertarlos. De acuerdo con los datos de los médicos locales, uno de cada diez habitantes de la aldea de Kalachi, alguna vez se ha quedado repentinamente dormido a plena luz del día. A partir de 2013 empeoró.
Las autoridades de la ex república soviética de Kazajistán, el noveno país más grande del mundo por su tamaño, no sabía qué hacer con esta “epidemia de sueño”. Los extraños “sueños” habían dado pie a numerosas teorías. Algunos médicos sospecharon de los efectos sedantes de un vodka adulterado. Otros, evocaron un conflicto de origen psicológico, una “psicosis de masas”.
Hasta ahora, que se descubrió de dónde venía el problema.
Hicieron un examen médico a todos los habitantes y los laboratorios coincidieron en que la causa principal de la enfermedad de Kalachi es el monóxido de carbono junto a niveles de hidrocarburos que cuando aumentan en el aire, el nivel de oxígeno cae en la gente, y se duerme.
Otros pensaron en el impacto del gas radiactivo radón, contenido en los minerales de uranio.
Uranio?
Al lado del pueblo, hay un sitio abandonado, la ciudad fantasma de Krasnogorsk, que funcionó hasta 1991 ya que daba cobijo a los trabajadores de… una mina de uranio!
Con la desintegración de la Unión Soviética, los rusos se fueron y el último apagó la luz. Como acá.
Los resultados de los test médicos fueron enviados al Instituto de Radioprotección de Praga, a la Agencia Federal Médico-Biológica de Moscú y al Instituto Ruso de Investigación y Desarrollo de Radiología y de Agroecología de Obninsk.
La enfermedad del sueño se desató por una combinación de tres factores: la falta de oxígeno, más un exceso de monóxido de carbono y de hidrocarburos. Cada uno de los tres componentes, tomados por separado, está a un nivel normal por lo que durante mucho tiempo no pudieron comprender el verdadero origen del mal. Pero cuando hay una combinación de tres factores, se observa un efecto de sinergia clásica.
Además, mientras que los niveles de radiación en la aldea y en la mina más cercana corresponden a la norma de 16 microroentgen por hora, la tasa de radiación medida en la zona abandonada bastante lejos del antiguo lugar de extracción mostró el alarmante índice de 268 microroentgen por hora.
Dentro de la mina hubo grandes estructuras de madera que se fue pudriendo, emitiendo monóxido de carbono que comenzó a fluir poco a poco al exterior de la mina. De todas maneras los rusos se preguntan: ¿Cómo puede haber tanto monóxido de carbono cuando la mina está inactiva desde hace tanto tiempo? ¿Cómo se pudo escapar de la vieja mina una cantidad tan alta? En todo caso, las autoridades evacuaron a los pobladores de Kalachi y de Krasnogorsk. Ya fueron reubicadas 68 de las 223 familias. Las demás serán desplazadas de aquí al año próximo.
Siguen analizando plantas, animales, más gente.
No, si de las minas del uranio abandonadas, de las cuales en Argentina tenemos para hacer dulce, “además”, tenemos que temer la enfermedad del sueño… caramba. Un poroto más en la lista negra de la energía nuclear.