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Editorial del Programa ECOS del día 6 de Octubre de 2018

 

Cambio climático y alimentación

 

 

La semana pasada hablamos de paleoclima, de cómo el clima ha venido cambiando mucho en los últimos miles de años, y que todo calentamiento es sucedido y precedido por una era glacial, más o menos extensa, de modo que ahora que estamos promediando un período de calentamiento vendríamos a estar en una situación normal, aunque nos rasguemos las vestiduras.
Y está bien que las rasguemos, porque es justamente la época que nos toca vivir. Nadie se rasgaría las vestiduras por los problemas que con el calor tenían los Homo Erectus.
Nos toca hoy, más allá de los debates entre si ciclos solares, emisiones de carbono, de metano o qué, pero la cosa es que se ha tornado una realidad imparable con muchas consecuencias.
Una de ellas, es la que quiero contar hoy, ya que investigadores de la Universidad de Harvard explican en la revista Nature Climate Change cómo el aumento de CO2 en la atmósfera reducirá de aquí a 2050 las cualidades nutritivas de muchos cultivos.
Explican que el alza -susceptible de alcanzar 550 partes por millón (ppm) en 30 años frente a los 405 ppm de 2017- reduciría entre 3 y 17% la presencia de hierro, proteínas y zinc en muchos cultivos.
Analizaron 225 alimentos y vieron que las regiones más amenazadas son África del Norte, Oriente Medio y Asia, siendo los cultivos más afectados el trigo, el arroz y el maíz, que contribuyen nada menos que en dos tercios a los aportes en proteínas, zinc y hierro en el mundo. Mientras que la falta de zinc afecta el sistema inmunitario, el déficit de hierro puede causar anemia. Y una baja de proteínas puede provocar un retraso en el crecimiento.
Y todo esto, encima, en las zonas más pobres del planeta. La friolera de 175 millones de personas con deficiencia de zinc y 122 millones con carencia de proteínas para 2050.
Más de mil millones de mujeres y niños podrían perder gran cantidad de su ingesta dietética de hierro, lo que los colocaría en un creciente riesgo de anemia y de otras enfermedades.
Usted me dirá, pero ¿qué podemos hacer nosotros con eso? Por lo menos conocerlo, darse cuenta que a veces miramos los efectos de un problema con anteojos de hormiga, cuando en verdad el panorama es mucho más amplio. Y quitamos importancia a un problema, porque total, le toca a otros, o a otros, o está lejos. Conté esto para mostrar una vez más, qué chico es el mundo, y qué interrelacionado está todo. Gaia es más allá de nosotros, pobres y pasajeros humanos.