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Editorial del Programa ECOS del día 20 de Junio de 2020

 

Desastrosa hidrovía en región rusa

 

 

Hace una semana les contaba del incendio en la central nuclear holandesa (hoy Países Bajos) cerrada desde 1997 y a la espera de que se enfríe el interior (que ya no tiene el combustible, pero sigue calentísimo y super radiactivo) por algunas décadas más.
La BBC estuvo haciendo unas investigaciones muy interesantes que muestran un lado más de este increíble y a veces surrealista mundo nuclear.
El medio londinense cuenta cómo una vez más, Chernobyl pone en riesgo a la mayor zona pantanosa del viejo continente, con bosques vírgenes, humedales y de miles de especies de todo tipo, tanto que se considera la Amazonía de Europa. Es enorme y tiene una increíble riqueza biológica. ¿Por qué nunca escuchamos hablar de Polesia? porque estuvo detrás de la cortina de hierro y ya se sabe, aquella parte del mundo no estaba en el Manual del Alumno Bonaerense, por cierto...
El turismo creció, la gente descubrió ese maravilloso lugar, pero (siempre hay un pero) organizaciones ecologistas temen por su estabilidad. ¿A qué se debe esta preocupación? Resulta que Bielorrusia, Polonia y Ucrania han venido planeado una hidrovía de más de 2000 km para conectar el Mar Negro y el Báltico a través de los ríos que por allí hay. Se llamaría E40 o Ruta Vikinga y la presentan como una de las obras más grandes de ingeniería en Europa del Este. El Parlamento de Ucrania dio la autorización para empezar…
¿Cuál es el reclamo ecologista?
En verdad son dos: Por un lado, la destrucción del hábitat para los cientos de especies que viven allí y para el equilibrio biológico de la zona, ustedes conocen los roles que un humedal natural cumple, riñones del planeta, filtrado de agua, etc.
Por el otro, E40 pasaría necesariamente muy cerca de Chernóbil: cruzaría el río de sus cercanías y, para dragarlo, habría que remover el lodo radioactivo del lecho, márgenes y tierras de toda la zona desde el accidente nuclear de 1986.
Polesia tiene 186.000 km2, un área equivalente a Bélgica, Holanda y Austria juntos, con ríos como el Bug, en Polonia, el Dniéper, en Ucrania, y el Prípiat, el que pasa justito por Chernóbil.
Pero el área no solo tiene valor natural, (digamos de paso que más del 90% de las aves de Bielorrusia se encuentran en Polesia y cada primavera llegan allí un millón y medio de pájaros de toda Europa) sino que proporciona beneficios enormes a las comunidades locales y las economías nacionales. Hay población indígena en Polesia, como si fuese poco: los poleshuks, con fuerte patrimonio cultural.
La hidrovía E40 implica presas y diques, y la reestructuración de meandros y canales para permitir el paso de barcos de hasta 80 metros de largo, cruzando cinco ríos, que será necesario dragar, y se estiman US$20.000 millones.
El impacto del coronavirus sobre la economía de estos países puso pausa.
Las obras para el dragado de los ríos significarían el fin de Polesia como uno de los últimos reservorios naturales vírgenes de Europa. Cambiaría la hidromorfología del río y sus alrededores afectando 12 reservas de vida silvestre de importancia internacional que son hogar de millones de animales y plantas. Hay enormes riesgos que conlleva el traslado de fertilizantes, químicos o petróleo por esa vía.
Los ecologistas señalan que el alcance del megaproyecto es tan enorme que amenaza una catástrofe ambiental en la región: ríos secos, paisajes dañados, vida silvestre muerta, medios de vida de la población local destruidos.
Y… Chernóbil, claro, cerca de la frontera entre Ucrania y Bielorrusia, donde todavía hay niveles de radiación que son incompatibles con la vida humana.
Y el proyecto cruza a 2,5 km del reactor nuclear. 25 cuadras…
Qué vida loca, ¿no?