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Editorial del Programa ECOS del día 4 de Julio de 2020

 

Una nube recorrió Europa, pero no era el comunismo, era de rutenio

 

 

No sé si acuerdan que en 2017 una misteriosa nube radiactiva con rutenio-106, se desplazó plácidamente por los cielos de Europa en aquel otoño, sin que nadie sepa de dónde venía y por qué.
En un primer momento las agencias de los gobiernos se sientan a esperar el comunicado del país que se mandó una macana o tuvo un accidente, haciendo el “mea culpa” y por supuesto, diciendo como la Rusia de 1986 o Japón de 2011, que nadie se preocupe que todo está bajo control… Pero esta vez nadie dijo “fui yo”. Y el tema sigue intrigando a las entidades europeas de protección contra la radiación.
Las concentraciones de actividad en la nube radiactiva eran inocuas, al decir de los de esas entidades, aunque ya sabemos que en ese punto tenemos una ligera discordancia: si toda dosis es una sobredosis por los efectos acumulativos y en cadena que la radiación tiene sobre los organismos vivos, nunca es inocua una exposición a rayos. Si no, dígannos para qué ponen esos carteles enormes en radiología para que a las embarazadas ni se les ocurra entrar allí. Como sea, formalmente los niveles, dicen estas instituciones amigas del átomo, alcanzaron hasta 100 veces los niveles de lo que se había detectado en Europa luego del accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi en 2011. Hasta hoy, ningún gobierno ha asumido todavía la responsabilidad del escape de 2017.
Un investigador, no es solamente quien se queda en su laboratorio haciendo cálculos, sino que a veces tiene mucha curiosidad. A unos investigadores de la Universidad Leibniz de Hanover y la Universidad de Münster (Alemania) les picó la curiosidad, y munidos de lupa y gorro, salieron a ver de quién era ese gran bonete. Y han descubierto (si no el autor) algunos elementos, por ejemplo, que la nube radiactiva no se originó de fuentes militares, sino en actividades nucleares civiles.
Por lo tanto, creen que la liberación accidental de rutenio-106 (radiactivo) vino de alguna planta de reprocesamiento de combustibles nuclear. Lo dedujeron a partir de la cuantificación en filtros de aire, de isótopos estables de rutenio que fueron liberados con el rutenio radiactivo.
Los muchachos aclararon que habitualmente hacen esas mediciones
para estudiar la historia de la formación de la Tierra, y que usaron técnicas de la planetología que resultaron fundamentales para resolver este misterio.
Y todo apuntaría a una fuente civil: parece haber salido del combustible nuclear gastado de una planta de energía nuclear.
Además, su trabajo llegó a determinar de qué tipo de combustible viene, que vieron que no es de los combustibles nucleares de los reactores occidentales convencionales de agua a presión o en ebullición. Y en cambio, encaja con la firma isotópica de un tipo específico de reactores de agua presurizada ruso, de la serie VVER. En todo el mundo, hay no más de 20 reactores de ese tipo funcionando.
Una vez más, todo lo que tiene que ver con la energía nuclear está asociado al ocultamiento. Digo, ¿no era más honesto decir “perdonen muchachos, se me escapó”?