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Editorial del Programa ECOS del día 7 de Noviembre de 2020

 

Retrocede la nuclear

 

 

Muy buenas, … ¿Se acuerda cuando hablamos varias veces acerca del lugar adonde Alemania estaba poniendo sus residuos nucleares? Era una zona presuntamente seca, subterránea, adonde fue cavando y colocando los residuos altamente radiactivos hasta más ver. Tenían que estar ahí por miles de años, pero resulta que de pronto, la napa de agua subió y el sitio empezó a inundarse, lo que resulta gravísimo puesto que el agua subterránea, ya sabemos, discurre por abajo y se reparte democráticamente por el subsuelo a cientos y hasta miles de kilómetros.
En medio de todo eso pasó Fukushima, y el gobierno alemán se dijo, ante la catástrofe nipona y la propia: basta de energía nuclear. Y empezó el cierre y desmantelamiento de sus centrales. Y a la vez, tratando de ver cómo arreglar el problema del basurero, ya que no tienen demasiadas opciones y tienen, eso sí, mucha basura nuclear
Esta semana pasada Alemania anunció que abandonaba su plan para depositar residuos de alta radiación de sus plantas nucleares en ese sitio, Gorleben, en el norte del país. Lo que crea una enorme incógnita ya que hay que encontrar una ubicación alternativa. Las cavernas de sal cerca de Gorleben, de las que hablábamos, están en el estado de Baja Sajonia, y finalmente fueron excluidas como lugar de acumulación para las barras combustibles gastadas de Alemania. El país está legalmente obligado a encontrar otro lugar antes de 2031.
Gorleben había sido elegido en 1977 y era una maravilla: tiraban todo ahí, y se olvidaban. Claro que aún no había caído el Muro, y cuando el muro cayó en ese sector resulta que estaba ahisito nomás de la frontera, y se ha ido convirtiendo en un foco de manifestaciones antinucleares.
La papa caliente alemana tiene 27.000 metros cúbicos de residuos radiactivos. La última planta nuclear terminará de ser desactivada en 2022 y el gasto que evalúan para limpiar los reactores y dejarlos encapsulados, es de unos 23.300 millones de euros. 23.300 millones de euros. Y lo repito: 23.300 millones de euros. (no piense en las Atuchas y en Embalse. No, no se haga mala sangre, porque ¿quién va a pagar llegado el día, el costo de cierre? ¿Adivina? Ya me veo en la próxima factura de la luz, el ítem: desmantelamiento y cierre de usina nuclear… tantos pesos.
A todo esto, hay dos ciudades de EE.UU. que tomaron una sana decisión y se retiran de un programa piloto de reactores nucleares de la empresa NuScale, en el estado de Utah.
La idea de esta gente, la empresa NuScale, era un reactorcito para cada ocasión, un programa piloto de pequeños reactores modulares de energía nuclear (no quiero ni imaginarlo). Logan y Lehi, ambos sitios del estado de Utah, dijeron “No, gracias” y dijeron que mejor buscarán una fuente autónoma, claramente más amigable con el ambiente, la salud y la seguridad.
Algunos ya miran con cariño el avance de la fusión, que parece estar dando algunos pasos firmes. Mientras tanto, Rusia sigue haciendo grandes centrales nucleares y hasta ya tiene una central nuclear flotante (¿se acuerda? El Akademik Lomonósov… ay Cousteau, no vuelvas a la vida por favor) y tiene varios barcos rompehielos de propulsión atómica.
En fin, quería contarles estas cosas.