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Editorial del Programa ECOS del día 30 de Marzo de 2024

 

¿Quién mide la contaminación que produce la guerra?

 

 

Aunque parezca algo fuera de lugar, hay que considerar también que los conflictos armados contaminan. ¿Cuánto? es difícil medirlo, tanto porque el acceso es muy limitado para obtener información, y por la alta huella de carbono de los ejércitos, que ha sido invisibilizado por todos los mecanismos internacionales que supuestamente contabilizan las emisiones.
¿Qué pasa en Ucrania? Algunos se lo preguntan, como el Observatorio de Conflicto y Ambiente, que hizo un balance de los daños ambientales e identificó por ejemplo, daños en las instalaciones industriales y energéticas, como la metalúrgica Azovstal, en Mariúpol, en mayo de 2022, que terminó vertiendo residuos tóxicos líquidos porque las bombas rompieron los tanques. Los riesgos nucleares por la militarización de las plantas atómicas, como la de Zaporizhia. Más el aire contaminado por los bombardeos, más la pérdida de cientos de hectáreas de tierras cultivables a causa por ejemplo de las minas antipersona. Y la contaminación del agua por la destrucción de infraestructura.
Por su parte, EcoAction registró 1.549 casos de daños ambientales en Ucrania, hasta diciembre de 2023. Claro los convenios de Ginebra que regulan las guerras (cosa loca realmente) prohíbe la contaminación. Es esquizofrénico. Es como decir jueguen con agua, pero no se mojen.
Otro desastre es el Colapso de presa de Nova Kakhovka sobre el río Dniéper, el mayor desastre ambiental de la guerra, cuando se cayó el muro de contención del embalse y se liberaron 18 kilómetros cúbicos de agua a toda velocidad, arrasando 120 km cuadrados, dejando sin agua a ciudades, matando todo a su paso y arrastrando metales pesados, aceites de maquinaria, petróleo, pesticidas y fertilizantes.
Pero como decíamos al principio la contaminación no solo proviene de los ataques. La guerra en sí misma contamina y, sin embargo, ningún acuerdo contabiliza su huella de carbono. Cuánto contamina disparar un misil o el petróleo que usa un tanque de guerra o un avión de combate, ni los humos de todos los incendios que provocan cada uno de los bombardeos.
La ong británica CEOBS afirma que, si los ejércitos fueran un país, serían el cuarto más contaminante del mundo. Ya que producen el 5,5% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta.
Durante la guerra en Ucrania se han aumentado tanto los gases contaminantes que fueron más que lo que produce un país altamente industrializado como Bélgica, que a su vez es el séptimo mayor productor de gases de efecto invernadero dentro de la Unión Europea. Como sea: la guerra y los ejércitos contaminan, incluso si ningún acuerdo internacional mide su huella.