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Editorial del Programa ECOS del día 6 de Julio de 2024

 

El uranio tan temido

 

 

 

El amigo Juan Vernieri sigue publicando excelentes reportes sobre temas relacionados a la energía nuclear.
Y quería traer a colación estas noticas que circularon hace un par de semanas sobre la reactivación de las explotaciones uraníferas argentinas, ante la suba del precio del combustible en el mercado internacional.
De hecho, Blue Sky Uranium lanzó dos nuevos proyectos que tienen la novedad de ser recuperación de uranio in situ. No hay antecedentes de este tipo de extracción por estas pampas. Los proyectos están ubicados en la Cuenca Neuquina, una cuenca interprovincial que abarca a Mendoza, La Pampa, Neuquén y Río Negro: el Proyecto Corcovo de unas 20.000 hectáreas dentro de la provincia de Mendoza, y el Proyecto Chihuidos de unas 60.000 hectáreas dentro de la provincia de Neuquén. Muchos pozos, la mitad de inyección de agua con químicos, acidos como el sulfúrico y algun agente oxidante. Esperar que esos ácidos disuelvan la roca con uranio, y extraer con la otra mitad de los pozos, el líquido con ácidos, uranio y lo que arrastre.
En su boletín, la Blue Sky Uranium nombra la creación por parte del gobierno de Mendoza del Distrito Minero Occidental. Solo que se olvidan de la Ley 7722 que tiene como principal objetivo garantizar el recurso hídrico en los procesos mineros prohibiendo la utilización de sustancias químicas. No se prohíbe la actividad, sino lo que se prohíbe es el uso de determinadas sustancias en esa actividad. Y así como estamos, esa actividad no podría hacerse. Alguien que le avise al gobierno de Mendoza, por favor.
Pero señalaba que las notas de Juan Vernieri van más allá y hablan de lo que queda luego de la minería del uranio. Porque no solo la Comisión Nacional de Energía Atómica abandona sitios contaminados sin remediar, es decir sin restaurar al estado natural. En Estados Unidos hay más de cuatro mil minas de uranio abandonadas, según la Agencia de Protección del Medio Ambiente, sin la correspondiente rehabilitación ambiental. Sucede lo mismo en Australia, y la lista sigue.
A casi ochenta años, el lugar de mayor contaminación nuclear del planeta es la fábrica de plutonio donde se produjo el combustible de la bomba de Nagasaki y las otras que se ensayaron en Nevada y el Pacífico. Después de décadas y fortunas invertidas, sigue Estados Unidos sin lograr la remediación definitiva de esa fábrica. ¿Se llegará a restaurar el lugar?
Australia tiene un historial similar, donde muchas zonas mineras se abandonaron, otras fueron rehabilitadas a como cierren los números. Pero, ¿cómo monitorizar y gestionar estas zonas de manera constante?
Hace 70 años comenzó la minería del uranio en la región de Kakadu, en el extremo norte australiano, de la mano de una subsidiaria de la empresa Rio Tinto. En 2021 cesaron las operaciones y anunciaron la remediación para 2026, aunque hasta hoy, ni siquiera el operador de la mina ha presentado el plan. No ha informado los volúmenes totales de los restos tóxicos, ni adonde se trasladarán.
Además del peludo de regalo de los residuos radiactivos de la operación de las plantas, la rehabilitación de minas agotadas es un desafío crítico pero necesario para la responsabilidad ambiental. ¿Cuánto cuesta? Allá, se habla de entre 600 a 1700 mil millones de dólares con una nueva fecha de finalización algún día después de 2028.
Y acá en Argentina bailamos la misma tarantela, porque en Chubut, la CNEA nunca dispuso fondos para rehabilitar el sitio Pichiñán y los dos yacimientos explotados y, sin embargo, siempre tuvo plata para seguir buscando nuevas minas. Una rehabilitación exitosa depende de las presiones que puedan efectuarse sobre quien explote el yacimiento. Pero si aquí es el mismo estado, ¿quién podrá defendernos?