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Editorial del Programa ECOS del día 15 de Marzo de 2025

 

Pérdida de especies, ser humano y culturas

 

 

 

“La conservación de la naturaleza necesita incorporar el enfoque humano” señalaba hace poco un estudio publicado en la revista académica Proceedings of the National Academy of Science, titulado “La vulnerabilidad biocultural expone amenazas a especies culturalmente importantes”.
¿Y de qué trata? Reflexiona sobre que a la hora de decidir los aspectos de la naturaleza que hay que proteger, los científicos conservacionistas se han basado en criterios ecológicos que definen la vulnerabilidad y la resistencia de las especies. Sin embargo, cada vez está más claro que se necesita ampliar los criterios de conservación para incluir también aspectos de carácter humano.
Se piensa en nuevos enfoques bioculturales que introduzcan formas para conectar a los seres humanos con otros elementos de la naturaleza con el fin de lograr su protección. El viejo y remanido “no se ama ni se protege lo que no se conoce”.
Por ello los autores indican que centrarse únicamente en criterios ecológicos no ha logrado frenar la crisis de biodiversidad. Esto, además, ha creado injusticias no intencionadas sobre los pueblos indígenas y las comunidades locales de todo el mundo.
“Buen día. Vengo a proteger esta montaña. Ustedes se tienen que ir”
Un enfoque puramente ecológico, sin humanos, corre el riesgo de perpetuar las desigualdades existentes. Por ejemplo, aunque las propuestas de salvaguardar entre el 30% y el 50% del planeta frente a la extracción o el desarrollo son buenas matemáticas de conservación, «se encuentran con oposición, ya que podrían incrementar las repercusiones sociales negativas de las acciones de conservación y plantear riesgos inmediatos para las personas cuyo sustento depende directamente de la naturaleza», indican.
«La conservación está concebida para reducir o eliminar el impacto humano sobre las especies con el fin de darles un respiro para que se recuperen»,
«Sin embargo, si la adopción de esas medidas limita las relaciones de las personas con especies que definen su cultura y sus valores, la conservación no tendrá poder de atracción y, de hecho, podría perjudicar a dichas personas y a su cultura».
El equipo investigador recopiló la lista más completa hasta la fecha de especies de importancia cultural: 385 especies silvestres (en su mayoría plantas) que tienen un papel reconocido en el apoyo a la identidad cultural, ya que suelen ser la base de la cohesión religiosa, espiritual y social, y proporcionan un sentido compartido de lugar, propósito y pertenencia. Pienso en la yerba mate, por ejemplo. La coca en la montaña…
Dicen los autores «Nos dimos cuenta de que las clasificaciones basadas en el grado de vulnerabilidad de las especies no tenían en cuenta su importancia cultural para las personas», «Sin el reconocimiento y la protección de las relaciones locales con la naturaleza que sustentan a algunas poblaciones –a menudo indígenas– corremos el riesgo de perder una dimensión importante de la conservación».
«Cuando se pierden las culturas que utilizan y valoran una especie animal o vegetal, se pierde también todo un conjunto de valores y conocimientos sobre esa especie, aunque el organismo en sí no se extinga. Nuestra relación con el mundo natural se empobrece».
«A medida que la comunidad conservacionista busca cada vez más incluir diversas visiones del mundo, conocimientos y valores en la gestión y la restauración de la naturaleza, el marco y la métrica propuestos en este trabajo ofrecen un mecanismo concreto que combina los puntos de vista locales sobre las especies que son culturalmente importantes con evaluaciones científicas del estado biológico y cultural de esas especies»,
Uno de los mensajes más importantes de este estudio es que las evaluaciones de conservación han pasado por alto una gran parte de las especies importantes para las culturas locales, lo que pone de manifiesto la gran brecha de comunicación existente entre la población local y la comunidad académica, e incluso entre las ciencias naturales y las sociales.
Los autores son Ben Halpern, director del Centro Nacional de Análisis y Síntesis Ecológicos de la Universidad de California en Santa Bárbara, Estados Unidos. Reyes-García, de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos.
Y nuestra recientemente premiada Sandra Díaz, investigadora del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba.
Yo recuerdo aquel icónico programa de televisión de cuando éramos chicos, que se llamaba “La aventura del Hombre” documentales de la televisión argentina, producidos por Artear, que mostraba la diversidad natural y cultural de diferentes regiones de Argentina y América del Sur.
“En ese programa, al final, solía haber una placa que decía: la extinción de una sola especie empobrece a toda la humanidad”.