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Editorial del Programa ECOS del día 14 de Junio de 2025
Virus y bacterias para la vida
Muy buenas. Nuevamente voy a leer hoy un fragmento de qué sabemos de las pandemias de Fernando Valladares, un libro magnífico que cruza la cuestión sanitaria con la cuestión ambiental de una manera increíble. Y en el capítulo que se llama Los virus y las bacterias siempre estuvieron ahí marcando la historia, nos dice Fernando Valladares.
“No es fácil resumir la influencia que los virus y las bacterias han tenido y aún tienen, sobre el origen, el mantenimiento y la diversificación de toda la vida planetaria. Su impacto sobre el funcionamiento de la biosfera y las condiciones generales para la vida es sencillamente absoluto y global. Están en todos los sitios, siempre lo estuvieron. Marcaron nuestra historia y nuestra biología.
En realidad han marcado la vida y el destino de todas las especies que alguna vez poblaron la Tierra. Benito Pérez Galdós, cronista meticuloso y sagaz de la realidad española del siglo XIX, vivió tres de las cuatro epidemias graves de cólera que cada 10 o 20 años azotaron España en ese convulso período de su historia.
Y como no podía ser menos, hizo un análisis detallado de los orígenes de los impactos de una enfermedad cruel que atenazó a la sociedad de aquel entonces. Así lo describía en 1880. “Las epidemias, por lo visto, sienten también su decadencia, como las razas reales y aún las plebeyas, lo cual sería un gran consuelo para la humanidad, si la historia no nos enseñase que tras el acabamiento de una peste viene la aparición de otra”. El famoso médico griego Galeno describiría con inteligencia la peste antonina. Los paralelismos con lo que se ha vivido en la COVID-19, casi 2000 años después, son escalofriantes.
A pesar de la inmensa distancia en el tiempo, en la cultura y en la tecnología, la pandemia de entonces y la de ahora resuenan con los mismos acordes de miedo e incertidumbre. En la Roma antigua, la gente no se atrevió a salir a la calle. Se paralizó el comercio. Murieron casi todos los legionarios y las fuerzas de seguridad.
Nacieron bulos y leyendas sobre el origen de la enfermedad y corrieron rituales y falsas medicinas para detener los contagios o recuperar a los enfermos. La huida apresurada del emperador Lucio Vero Antonino portando ya la enfermedad que le acabaría matando en lugar de ponerse en manos de Galeno nos recuerda las decisiones insensatas de colectivos y personalidades que se declararon antivacunas y antimascarillas durante la covid-19.
Aquellos viajes y banquetes que realizaron desoyendo recomendaciones y eludiendo amenazas y autoridades serían repetidos por muchas personas durante los confinamientos del 2020 por la COVID-19. Incluso por importantes autoridades como Boris Johnson, entonces primer ministro del Reino Unido, que acabó teniendo que dimitir por sus fiestas ilegales en los momentos álgidos de la pandemia.
Marco Aurelio, a quien le tocó gobernar en tiempos de esta terrible enfermedad, decía, "No lo hagas si no es conveniente, no lo digas si no es verdad." Esta lección bien podría formar parte de las campañas de cualquier ministerio de sanidad actual.
Frente a sus contemporáneos que abrazaron la magia y los ensalmos, Marco Aurelio creyó que la destrucción de la inteligencia que se vivía en esos tiempos de incertidumbre y desesperación era mucho más peligrosa que la propia peste. Algo muy parecido pensamos muchos de nosotros cuando escuchábamos las noticias durante la pandemia del coronavirus.
Como uno de los gobernantes Más honestos y coherentes de todo el Imperio Romano, Marco Aurelio subastó sus propios bienes personales para hacer frente a los gastos sanitarios de la población que ya desbordaban las arcas del Estado. En esto no hay, por desgracia, mucha analogía con los tiempos modernos. La peste antonina fue la primera que afectó globalmente al mundo occidental.
El Imperio Romano, extenso y conectado, fue la clave para el éxito del patógeno que se vio puesto rápidamente en contacto con millones de en los que pudo multiplicarse en muy poco tiempo. Pero ante todo, la peste antonina ha sido uno de los principales eventos de la salud que ha sufrido la humanidad, quizás al mismo nivel de la peste negra en el siglo XIV o la gripe española en 1918.
Las fuerzas romanas, bajo el mando del emperador Lucio Vero, apenas pudieron hacer frente a los ataques de los partos en Armenia en el extremo oriental del imperio, porque un gran número de soldados sucumbieron a la enfermedad. En el otro extremo del mismo muchas aldeas y ciudades españolas e italianas, así como multitud de provincias europeas perdieron a la mayoría de sus habitantes.
La enfermedad se que propagó también por el norte hasta el Rin, donde los diezmados ejércitos romanos no fueron capaces de rechazar a los pueblos germanos y galos que atacaban las fronteras septentrionales del imperio. La gran ofensiva contra la Confederación de pueblos germánicos de los marcomanos se tuvo que aplazar hasta el año 169 debido a la escasez de tropas. Los efectos de esta peste antonina fueron más allá del impacto negativo en la demografía humana de la antigüedad.
Afectaron a la sociedad al sistema de creencias religiosas, al ejército y por supuesto a la economía. El reinado de Marco Aurelio constituyó un punto de inflexión especialmente en la literatura y el arte y esta inflexión estuvo causada en buena medida por la peste. De hecho, el mundo antiguo nunca se recuperaría del golpe asestado por la peste.
Parece ser que fue viruela, ya que el sarampión se originaría un par de siglos después, como sugieren los estudios moleculares. Fue era lo que fuere, la catástrofe se llevó por delante a más de 5 millones de personas, más de un 10% de la humanidad en aquel entonces.
La humanidad actual en la cúspide de su desarrollo tecnológico y con récords absolutos de demografía y dominio del planeta ha sido puesta contra las cuerdas una vez más por una gran infección. En una época en que la tecnología parece capaz de controlarlo todo, una nueva enfermedad infecciosa reorganiza las prioridades las urgencias y los temores de toda la sociedad.
Ahora no ha sido una bacteria, un bacilo, como en el caso del cólera del siglo XIX que narraba Benito Pérez Galdós, sino simplemente un virus”.
Fragmento del libro Las pandemias de Fernando Valladares que nos pone en perspectiva sobre nuestro espacio, nuestro territorio, nuestra humanidad y nuestro planeta.