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Editorial del Programa ECOS del día 29 de Julio de 2010

 

El alto precio ambiental del petróleo

 

 

Más allá del desastre del derrame de BP en el Golfo de México, del cual vamos a hablar en el editorial del próximo jueves, hay un negro historial de problemas y denuncias contra las grandes petroleras por operaciones inseguras o devastadoras para el ambiente.
La sed voraz de petróleo del mundo presiona para que se lo busque en fuentes cada vez más sucias, inseguras y caras.
El diario The Observer señalaba que aunque hoy los ojos del mundo están puestos sobre British Petroleum, en todo el planeta las grandes petroleras son denunciadas por devastar el ambiente y perjudicar a las comunidades, de Nigeria a Ecuador y de Kazajstan a Colombia.
Como la demanda de petróleo se acelera, las petroleras cada vez tienen operaciones más riesgosas para obtenerlo.
Como hay riesgo de que la demanda supere a la oferta, los gobiernos presionan para facilitar la exploración en áreas inhóspitas como aguas profundas o en arenas bituminosas, ya que además, desean reducir su dependencia de Medio Oriente. Pensemos en la voluntad norteamericana de levantar las restricciones a las perforaciones en Alaska, parque natural protegido.
El caso de Nigeria, del que hablamos muchas veces en ECOS al recordar a Ken Saro Wiwa, es ejemplificador: Los pobladores del delta del Níger han soportado por décadas enormes derrames de petróleo. Los agricultores alegan que los derrames de los oleoductos de Shell contaminaron tierras y lagunas de pesca y han destruido su medio de vida.
Shell argumenta que las roturas obedecen casi siempre a sabotajes y que cualquier reclamo por daños debe pasar por tribunales de Nigeria. La petrolera angloholandesa es por lejos la mayor que opera en el delta, donde, en marzo 2008, se estimaba que por lo menos de 2.000 sitios requerían tratamiento por contaminación por petróleo.
The Observer señala que los expertos estiman que se han derramado en el delta de Nigeria entre 9 y 13 millones de barriles de petróleo en los últimos 50 años: un Exxon Valdez cada 12 meses.
Algo parecido está sucediendo en Colombia, donde BP tiene presencia en la región de Casanare, con conflictos, por cuestiones laborales, medioambientales y de derechos humanos..
En Kazajstán, Amigos de la Tierra dice que miles de personas han sido reubicadas a causa de las emisiones de azufre y otros químicos venenosos como el mercaptans, presentes en altos niveles en el petróleo del Caspio.
En Ecuador, la Coalición de Defensa del Amazonas alega que Chevron tiene el mayor caso mundial de contaminación por petróleo, en la selva amazónica, un ecosistema aún más sensible que los pantanos de Luisiana. Ante la Justicia, hay un reclamo por US$ 27.000 millones por el envenenamiento de un área del tamaño de Rhode Island con millones de litros de "agua producida" tóxica (agua que surge por los trabajos de perforación). Es más de 474 veces la contaminación estimada en el Golfo de México, según la demanda.
Groenlandia es una de las últimas grandes áreas de frontera del negocio petrolero (el Informe Geológico de los EEUU calcula que el territorio podía contener 50.000 millones de barriles de petróleo y gas).
"Vamos al fin de la tierra para encontrar el próximo barril", dice Peter Tertzakian, un economista de la energía canadiense. "¿Pero a qué costo? Las nuevas existencias serán cada vez más sucias, inseguras, caras e imprudentes", cierra la reflexión la nota de The Observer.