Skip to: Site menu | Main content

Editorial del Programa ECOS del día 10 de Mayo de 2011

 

Matando la base de la vida: antimicrobianos

 

 

Alexander Fleming vivió gran parte de sus 73 años trabajando como médico microbiólogo en el Hospital St. Mary de Londres. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial ocupó el cargo de médico militar en los frentes franceses. Allí vio con impotencia morir a mucha gente a causa de las infecciones en las heridas.
De regreso, buscó intensamente algo que evitase esa dura agonía. Su descubrimiento, la penicilina, marcó un cambio de rumbo en la medicina moderna:
Más de un siglo después, la sobrecarga, el uso irracional y el vertido al ambiente de agentes antimicrobianos ponen al ser humano ante dos riesgos insospechados: la resistencia y el deterioro de la misma base de la biodiversidad.
“El uso excesivo de antibióticos promueve el desarrollo de resistencia a drogas para los patógenos humanos. Los antibióticos en el medio ambiente también pueden dañar los procesos naturales necesarios para el ciclo de los elementos esenciales en la biosfera " cuenta el Profesor, biólogo e ingeniero Rolf Halden, del Instituto de Biodiseño de la Universidad Estatal de Arizona,
Halden busca seguir el camino que recorren los ingredientes activos que se hallan en los productos de higiene personal y de limpieza. Los resultados son alarmantes: el triclosán y el triclocarbán se depositan en el lodo de las aguas residuales pasando de allí a los suelos y a los cuerpos de agua, permaneciendo en ellos durante varios años. “los antibióticos a veces se pueden detectar en el agua potable. se necesitan más investigaciones en este área”.
El triclosán se utiliza desde 1964 como eficaz bactericida para la creación de campos estériles en instituciones de salud. Pero también están en jabones para manos, líquidos limpiadores, geles desinfectantes que se utilizan masivamente desde los años ochenta.
Cuando tomamos un antibiótico para eliminar una infección, en gran medida su carga efectiva se agota en el interior del cuerpo. Pero, una parte es desechada con la orina y las heces, llegando al ambiente con su poder antimicrobiano activo. Lo mismo ocurre cuando desinfectamos nuestro hogar o nos lavamos las manos con jabones antisépticos, cuyos principios activos se escurren por las cañerías.
En los ambientes adonde llegan finalmente, suceden dos cosas: la primera es la muerte de numerosos microorganismos, que de hecho, resultan ser la base de la cadena trófica de los ecosistemas. Muchos de los compuestos pueden dañar a un grupo importante de virus y bacterias benéficas, que son los encargados de realizar procesos biogeoquímicos imprescindibles para el reciclaje de nutrientes. La segunda consecuencia es la generación de resistencia de las bacterias a esos antimicrobianos, que induce al empleo de mayores concentraciones de antibióticos para su tratamiento en los organismos vivos, llegando a límites peligrosamente cercanos a la intoxicación.
Hoy, en ecos, vamos a desarrollar más ampliamente este problema.