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Editorial del Programa ECOS del día 10 de Diciembre de 2011

 

A echar fertilizante, señores! Quién da más?

 

 

En noviembre, el colega Pablo Losada publicaba en el Clarín, Suplemento Rural, una nota en la cual descubría aquello que desde hace añares los técnicos expertos del ecologismo, dicen a todo aquél que guste de escucharlos: que el suelo, con este modelo de agricultura industrial, se agota más temprano que tarde, y que allende los mares se va no solo el grano, sino el agua, el fósforo, el potasio, el nitrógeno…
El colega señala que “en una reunión organizada por la Asociación Civil Fertilizar, se advirtió sobre los costos ocultos que tiene el monocultivo de soja. Como continuación de esta discusión asociada a la importancia de la fuga de nutrientes, los representantes de esa entidad se reunieron con Clarín Rural, para ampliar sobre qué está sucediendo en la Región Pampeana con el empobrecimiento de fósforo y azufre y cómo ello impacta en los rendimientos de la soja. El fósforo, un nutriente clave para el cultivo de soja, está en niveles críticos en el 70% de los suelos de la Región Pampeana. Presentaron datos contundentes de una red de ensayos que lleva a cabo Fertilizar desde hace muchos años. En los ensayos realizados en la campaña pasada se ve claramente el impacto de la fertilización fosfatada en lotes que tienen muchos años de soja sobre soja, en tres sitios de la Zona Núcleo: Carcarañá, en Santa Fe, y 9 de Julio y Pergamino, en Buenos Aires, donde se muestra cómo se ha ido consumiendo la fertilidad de los suelos.
En definitiva, los números sólo dejan en claro una realidad: los costos ocultos por no fertilizar están empobrecimiento cada vez más a los suelos pampeanos, aunque al mismo tiempo se van perdiendo rinde y, como consecuencia, rentabilidad. Para sacar cuentas y pensar.”
Lo que sucede es que la propuesta que ellos hacen, como vendedores de fertilizantes, no es “guarda que nos quedamos sin suelo. Paren muchachos”… sino “sigan, pero cómprennos fertilizante que le damos para adelante hasta que el sistema no reviente por algún lado.”.
Ya contaba nuestra ecoagrónoma la Ing. Laura de Luca, de BIOS y el IPAF, que de 100 partes del super trifosfato que le están agregando al suelo, ese fósforo así como va a la tierra, no es identificado por la planta. Para que lo sea, necesita seguir ciertas derivas en la bioquímica del suelo, y con suerte de 100 partes, solamente 10 llegan a ser identificadas como fósforo por la planta, y utilizado.
Mientras tanto, a paladas, a camionadas se agrega fertilizante… total, como la soja rinde, sobra platita para comprar cada vez más.
Pero, hasta cuándo la tierra aguanta? ¿terminaremos sembrando en una arena química trisuperfertilizada?
Si, como dicen ellos, pero en otro sentido, desde luego: para sacar cuentas y pensar.