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Editorial del Programa ECOS del día 24 de Diciembre de 2011

 

Exterminando también la historia

 

 

Que cosa bárbara, como humanidad no solo le arruinamos la vida a las plantas y a los animales, y por ende, a nosotros mismos como organismo, sino que las consecuencias de nuestras andanzas de locos también borrarán nuestro pasado. Y el mundo volverá a ser una esfera solitaria, algún día.
Ya lo dice ese documental “la tierra sin humanos” que va mostrando cómo se va recuperando el planeta si los seres humanos de golpe dejamos de existir. Cómo las plantas van deglutiendo ciudades, tal como los templos mayas tapados por la selva, y cómo siglo más, siglo menos, el planeta borra todo signo de nuestro efímero paso por el mundo.
Pero parece que no tenemos que esperar a no estar para que se borren nuestros vestigios. Algunas cosas ya están pasando.
40 investigadores vez pasada, de 9 países denunciaron ante el ministro de Bienes Culturales de Italia, la grave situación de piezas prehistóricas invaluables de la colección arqueológica del Museo de Historia Natural de Verona, que se deterioraron por la contaminación ambiental. Invitaron al ministro a intervenir en lo que definieron como "una gravísima contaminación, que no tiene precedentes en la historia del patrimonio cultural mundial".

 


Las reliquias arqueológicas fueron mudadas entre 2006 y 2008 desde locales controlados del Museo de Historia Natural veronés a la planta baja del ex Arsenal de la misma ciudad, en un ambiente contaminado por gases derivados de hidrocarburos que llegan desde la calle, adonde el tránsito es frenético.
La acción de esos gases penetró en el material particularmente poroso de las piedras, alterando su coloración original hacia tonalidades azuladas.
Los expertos indicaron que raspadores, buriles, grabados y vasos de cerámica, decenas de miles de piezas, se perjudicaron de modo irreversible por un daño que puede estimarse económicamente en centenares de millones de euros. Si acaso, digo yo, puede ponerse precio a estas cosas, que no tienen par y no son reemplazables como una vez quiso hacer Bussi en Tucumán, construyendo menires de plástico para que no estén esos tan feos, de piedra gastadita.
Pero no solo fueron estas piezas en el museo de Verona. La Contaminación y cambio climático también amenazan al Coliseo Romano, del cual se desplomaron algunos pedazos.
La piedra del edificio, cuya construcción comenzó en el año 72 de nuestra era y terminó en el 80 de nuestra era, sufre una degradación como consecuencia de la contaminación y las vibraciones sonoras. Porque si de algo se pueden enorgullecer los italianos es de ser ruidosos. Sus bocinas alcanzan alturas impensables, y todo diálogo se resuelve a los gritos.
Las especialistas señalaron que el anfiteatro sufre una especie de cáncer por una reacción química del carbonato de calcio y el sulfato de calcio.
Las filtraciones de agua han empeorado la situación, pero no hay duda de que ha sido la contaminación la primera causa del incidente de 2010 en el cual se cayó un pedazo. Para preservar la construcción ha sido diseñada una estrategia de intervención, entre las que se encuentran la sustitución de algunas de las redes de contención que protegen algunas de las partes del antiguo edificio.
El Coliseo tenía una capacidad para 50 mil espectadores que acudían a ver las peleas de gladiadores y otras manifestaciones públicas.
Y lo estamos haciendo pedazos, literalmente.
Zafó de Nerón… pero… Parece que de nosotros, superciudadanos del tercer milenio… no zafa.