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Editorial del Programa ECOS del día 10 de Marzo de 2012

 

El Juicio por el amianto: Stephan Schmidheiny, presidente AVINA condenado a 16 años de cárcel

 

 

El juicio del siglo, celebrado en Turín, condena a 16 años al magnate del amianto Stephan Schmidheiny: el fin de la impunidad y de la mentira. El colega Paco Puche decía en la prensa española.

En medio de una expectación sin precedentes, con gentes venidas de todas las partes del mundo y con màs de mil personas escuchando en pie, pacientemente, la lectura de la sentencia que duró tres horas, el trece de febrero se dictó un gran sentencia a la vez que se marcaba un antes y un después en lo relativo a la tragedia del amianto.
el juicio de Turín ha sido el triunfo de las víctimas y el castigo de unos culpables con nombres y apellidos. El dolor acumulado por los muertos, los enfermos y los familiares y amigos, de miles de personas concretas de carne y hueso, por los desastres y los crímenes del negocio del amianto, merecía que se hiciese justicia.
En nombre de 2.191 muertos y de 605 enfermos se habían personado más de 6400 partes civiles. Este juicio se había iniciado por una demanda interpuesta por las víctimas o sus familiares en 2004. En 2009 se iniciaban las vistas previas y fue en diciembre de ese mismo año cuando propiamente arrancó el juicio.
Pero la tragedia empezó en 1906 cuando se instala la fábrica de amianto en Casale Monferrato, un pueblo cercano a Turín. Desde entonces se han ido contaminando los trabajadores y las gentes del pueblo hasta 1986 en la que Schmidheiny cierra la fábrica y abandona las instalaciones y “sale huyendo”.
Si alguien piensa que ese abandono ha cerrado los problemas se equivoca con la letalidad del amianto. Al día de hoy aún mueren en Casale una persona por semana a causa de su pasada exposición al amianto: en la fábrica, en sus casas o en el pueblo.
Y es que con el amianto hablamos de una conspiración de silencio, sustentada por los los cuatro grandes oligopolios históricos del mineral (dos ingleses uno europeo y otro americano) que han logrado engañar a la gente durante un siglo, en base a lobbyes, agencias de marketing y lavado verde y, en definitiva, a taparse las vergüenzas con la filantropía.
Y es que el amianto ha dado mesotelioma, un cáncer que cuando se descubre se sabe que procede de la exposición al amianto con un periodo de latencia de entre 30 a 60 años, por lo que los responsables, los verdugos, los criminales del negocio del amianto se las tendrán que ver durante decenios con las futuras víctimas de su pasado negocio.
Por vez primera, que se recuerde, unos de los magnates actuales mayores del mundo, y durante casi todo el siglo XX, es condenado a una pena de esta magnitud: dieciséis años en la cárcel. Ya ha anunciado que no la cumplirá (de la misma manera que no se ha dignado presentarse al juicio en ningún momento), y para ello hará todo cuanto esté en sus manos: desde cambiar de nacionalidad, o de personalidad, o andar errante entre helicópteros, submarinos y mansiones, o encomendarse a la Compañía de Jesús de la que es un gran valedor y financiador. En efecto, le unen a los jesuitas una entrañable amistad y relación que estos la convierten en agradecimiento: cuando le concedieron el doctorado honoris causa por su universidad venezolana, en 2001 , hicieron un elogio tal del condecorado, poniéndolo como ejemplo a seguir, que hoy a la vista de esta juicio se andarán arrepintiendo.
Schmidheiny decía con el amianto: “que no se sabía entonces de su letalidad”.
Desde 1889 se sabía de sus patologías, que fueron confirmándose a lo largo del siglo XX, hasta quedar bien demostrada la relación amianto-mesotelioma en 1964.
Schmidheiny se hizo cargo del negocio en 1975, ha por tanto estado mintiendo hasta el día de hoy que una sentencia valiente y ejemplar. Ni sus alianzas con la Iglesia ni la magnitud de su fortuna ni los miles de asociados y beneficiados de su fundación filantrópica mercantil denominada AVINA han podio protegerlo.
Se le ha condenado por los delitos de “desastre ambiental doloso permanente” y “por omisión de medidas de seguridad” en el trabajo. El carácter “doloso” hace intencionada su conducta, el carácter ambiental alude a la diseminación de los polvos letales y lo de “permanente” se refiere a la continuidad de sus peligros. La omisión de las medidas de seguridad es obvio que se refiere a su ambición de beneficios.
Las dos fundaciones vinculadas al amianto (AVINA y Ashoka) están haciendo un flaco favor a todos los movimientos sociales de nuestro pais, que se dicen alternativos, o de base o anticapitalistas
En un manifiesto contra los transgénicos se decía: “Y en África Monsanto se ha aliado recientemente con la Fundación Gates, la Rockefeller y la Fundación Ashoka para promover los transgénicos (…) Aunque disfrazado de verde se trata de un inteno asesino de introducir en este continente semillas transgénicas…”
Enhorabuena a todas las victimas que han ver directamente, o a través de sus familiares, que a veces hay justicia en este mundo. Por eso dicen: “estamos satisfechos pero no felices porque no podemos olvidar a los fallecidos y a los que van a enfermar en el futuro”
Esta es una sentencia histórica como coinciden todos los analistas, que tendrá consecuencias en todo el mundo.
A los amigos, socios, colaboradores necesarios y demás simpatizantes de la fundación AVINA, hay que recordarles, en el día de hoy, que a su benefactor Stepahn Schmidheiny «SE BUSCA»