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Editorial del Programa ECOS del día 22 de Septiembre de 2012

 

Reseñando desastres nucleares

 

 

Quería abrir este programa con una noticia triste de hace unos días: Neil Armstrong ha muerto, el primer hombre que pisó la Luna, falleció el 25 de agosto, a los 82 años de edad. Muchos de mi edad recordarán aquél julio, cuando en la tele blanco y negro se veía un señor con un traje bien raro, haciendo la primera huella en el satélite natural de la tierra. Se fue Neil Armstrong.

Pero yendo a lo nuestro, ¿Hace la radiación nuclear que nazcan millones de niñas menos? Las explosiones sucedidas en la atmósfera parecen afectar a la población a nivel mundial, según un sorprendente estudio del Centro Alemán de Investigación para la Salud Medioambiental en Munich sugiere que la radiación nuclear resultante de los ensayos con bombas nucleares y los accidentes en centrales provoca que nazca un número ligeramente mayor de niños que de niñas. Si bien los efectos parecían solo regionales y debidos a incidentes sucedidos en la zona, como el caso de Chernóbil, que en este programa tratamos a través de una investigación de Radio Praga Internacional, las explosiones sucedidas en la atmósfera parecen afectar a las tasas de nacimiento a nivel mundial. Los expertos creen que, dados los problemas nucleares de Japón en la actualidad, podríamos esperar otra generación mayoritariamente masculina.
Los científicos analizaron los datos demográficos de 39 países europeos y de los Estados Unidos desde 1975 a 2007. Descubrieron un aumento en el número de nacimientos de niños, en comparación con el de nacimientos de niñas, en todos los países investigados desde 1964 a 1975, y en muchos países del este de Europa durante varios años después de 1986.
El incremento del número de masculinos podría deberse al daño sufrido por los cromosomas X en el esperma, hallazgos que cuestionan la creencia tradicional de que la exposición a la radiación nuclear no tiene efectos genéticos en los humanos o de que éstos son insignificantes. El estudio fue publicado en el último número de la revista Environmental Science and Pollution Research.
Y nos venimos a Argentina, ¿se acuerda el sainete de Atucha? Una imagen desmiente a la Autoridad Regulatoria Nuclear: vasija de Atucha I en astilleros de RDM. Greenpeace, Los Verdes y FARN hicieron público un artículo de una revista holandesa de 1972 que evidencia que el recipiente de presión de Atucha I fue fabricado por Rotterdamsche Droogdok Maatschappij (RDM) –la empresa que construyó la vasija del reactor belga con posibles fisuras– y no por Siemens, como sostuvo la Autoridad Regulatoria Nuclear en un comunicado la semana pasada
“Es escandaloso que la Autoridad Regulatoria Nuclear argentina esté brindando información engañosa a la población”, dijo Mauro Fernández, de la Campaña de Energía de Greenpeace.
Y de Argentina nos vamos a Bolivia, país que no tiene explotación de uranio ni centrales nucleares ni nada parecido. Encontraron de dos toneladas de uranio en un garage de edificio de La Paz a pocos pasos de las embajadas de España y de Estados Unidos-, valuadas en unos cinco millones de dólares.
Fueron detenidas cuatro personas -todas de origen boliviano- cuando trasladaban sin medidas de seguridad el uranio de un vehículo a otro en costales de yute y de nailon. Se trata de uranio mezclado con tantalio. La mezcla de los dos minerales es utilizada para alimentar reactores nucleares y para la fabricación de armas atómicas. Bolivia no cuenta con la tecnología ni el conocimiento para enfrentar un eventual desastre de salud por componentes radiactivos.
Y de Bolivia pasamos a Japón, que se pregunta: ¿Cómo puede ser que tantos japoneses ordinarios, decenas de miles de personas mayores, de jóvenes, de madres de familia, de artistas, de intelectuales, etc., salgan a la calle todas las semanas para expresar su desacuerdo con el gobierno a propósito de su política nuclear? El Japan Times, periódico anglófono fundado en 1897, publicó en portada el pasado 30 de julio el siguiente titular: “Los manifestantes antinucleares rodean el Parlamento”.
Todos los viernes por la noche decenas de miles de personas se reúnen cerca del Parlamento y de la residencia del primer ministro, porque están hartos. Las centrales accidentadas de Fukushima están lejos de estar “frías”. A 60km de estas la radiactividad en el aire supera las normas autorizadas para los trabajadores de la energía nuclear: ¿cómo dejar crecer ahí a los niños sin preocuparse por su salud? Además, una parte de los productos agrícolas que se vendieron en la región, hasta el té de Shizuoka, contenían dosis de elementos radiactivos por encima de lo normal. No todo el mundo dispone de los recursos económicos ni de la energía necesarios para abandonar la prefectura de Fukushima, como han hecho las 160.000 personas que se han marchado de ella. Para los japoneses al “nunca jamás Hiroshima” hay que añadir a partir de ahora “nunca jamás Fukushima”. Para ello, abandonar la energía nuclear civil. Con todo esto en las cabeza, dos terceras partes de los japoneses quieren acabar con al energía de origen nuclear y se esfuerzan por que se oiga su voz con una perseverancia y una tenacidad que deberían obligar a las autoridades a tener en cuenta esta realidad.