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Editorial del Programa ECOS del día 30 de Agosto de 2014

 

Los evacuados de Fukushima se resisten a volver

 

La semana pasada escuchábamos al Dr Fagin, experto en cáncer de tiroides como consecuencia del accidente nuclear de Chernóbyl, y hablamos en ese momento también de los investigadores que están hoy, trabajando en los impactos a la salud en Fukushima, el segundo mega accidente nuclear de la historia.
Sucede que desde que fueron obligados a evacuar su hogar durante el desastre en la planta nuclear Fukushima Daiichi, hace tres años, muchos japoneses se han rehusado a regresar a su casa en lo alto de las colinas por temor a la radiación. Sin embargo, ahora señalan que quizás no tengan opción.
Tras una inversión de casi 250 millones de dólares para un proceso que supuestamente sirve para limpiar la radiación, el gobierno central acaba de declarar por ejemplo a Miyakoji, la primera comunidad dentro de una zona de evacuación de 19 kilómetros alrededor de la planta, como reabierta a los residentes.
Aunque el gobierno central y los medios noticiosos nacionales han anunciado con bombos y platillos la reapertura como un feliz avance en la recuperación nipona del terremoto y el tsunami devastadores de marzo de 2011, muchos residentes insisten en que sus hogares siguen siendo demasiado peligrosos o aún están demasiado dañados como para ser habitados.
Es que la gente ya no cree en el gobierno, porque en este proceso ocultaron, mintieron, minimizaron, hay altos funcionarios procesados en la justicia, en fin, todo parecido con la realidad argentina es mera coincidencia.
Los residentes critican a la operadora de la planta, la Tokyo Electric Power Company, o Tepco, por indemnizaciones que ellos dicen son insuficientes para mudarse lejos de la planta, que aún presenta fugas de material radiactivo, o para reparar sus tradicionales casas de madera, que se han comenzado a pudrir.
Como resultado, muchos de los evacuados se han visto forzados a vivir en barracas, contando un pequeño monto mensual que apenas les permite vivir.
Ahora los obligan a regresar diciendo que ya todo está bien, quieran o no. Y les dejarán de proveer esas barracas adonde viven y ese pequeño apoyo económico en marzo de 2015.

 

 

150 mil personas siguen desplazadas por el desastre, y todas temen tener que regresar a sus casas radiactivas.
Tal como nos contaba James Fagin en la nota del sábado pasado, que esos niveles sean seguros o no, es un interrogante complejo: los expertos admiten saber poco sobre los efectos en la salud de una exposición a largo plazo a dosis bajas de radiación.
Pero el problema no queda solo en los habitantes, sino que los marineros de EE.UU. que participaron en el rescate de Fukushima empezaron a enfermar de cáncer.
La agencia de noticias France Press indica que al menos cincuenta marineros del portaaviones estadounidense Ronald Reagan que participaron en las operaciones de rescate tras el accidente en la central nuclear japonesa sufren cáncer. Les han diagnosticado diferentes tumores malignos, incluido cáncer de tiroides, leucemia y tumores cerebrales. No obstante, el Departamento de Defensa asegura que la Armada tomó todas las medidas preventivas para ''mitigar los niveles de contaminación radioactiva".
Charles Bonner, abogado de los afectados, dijo en una entrevista a 'Nuclear Hotseat Podcast' que durante su misión los miembros de la tripulación no solamente tuvieron que estar en el agua contaminada rescatando a las personas, sino que bebían agua de mar desalinizada, que también usaban para preparar la comida, hasta que finalmente el capitán del USS Ronald Reagan informó al equipo de que estaban expuestos a altos niveles de radiación.
Actualmente los miembros del equipo de USS Ronald Reagan exigen a Tokyo Electric Power (Tepco), empresa operadora de Fukushima, una indemnización de 40 millones de dólares por persona y 1.000 millones de dólares para crear un fondo de gastos médicos para el tratamiento del cáncer.
Y siga el corso con la industria nuclear…