Skip to: Site menu | Main content

Editorial del Programa ECOS del día 11 de Marzo de 2017

 

Pirotecnia: el daño de un mal necesario?

 

 

Hoy quería abrir con un tema de contaminación sonora. De hecho, vamos a escuchar a un experto en este tema en Calidad en Vida, en un par de semanas, pero me quedé pensando en cómo las sociedades van asumiendo responsabilidades de los unos para con los otros, a través del tiempo, y de cómo cuesta, cómo nos cuesta individual y socialmente cambiar una costumbre cuando esa costumbre resulta que se devela mala.
Cada vez que hablo de la pirotecnia, el ruido y los impactos, mucha gente –mucha, e incluso personas con sólidas formaciones académicas- me dicen: “bueno, che, no es para tanto, no me vas a venir que porque se espanta un pajarito vas a prohibir los cohetes.”
Pero, ¿se espanta un pajarito? Ése es el problema?
Por un lado, los animales, si, es cierto, tienen el oído mucho más desarrollado que nosotros los simples humanos. Un petardo para ellos es como un cañonazo al lado de nuestra cabeza, para nosotros. Los perros sufren un indecible dolor en el oído interno y los pájaros, paros cardíacos debido al susto que lleva a sus corazoncitos a andar muy rápido. Los caballos enloquecen, los gatos se esconden a sufrir el ruido debajo de algún mueble. Todos creen que algo terriblemente peligroso sucede y que sus vidas están en peligro. Nuestras mascotas, su perro, su gato, sufren.
Por otro lado, los bebés se asustan de semejante ruido, y hay que alzarlos para darles un poco de tranquilidad.
Por otro lado, los ancianos que no saben bien lo que sucede, en los cuales sus corazones están quizás cansados, se exponen a una situación de riesgo.
Los enfermos mentales sufren ataques de pánico: no tienen una estructura psíquica para procesar qué es lo que pasa.
Los ex combatientes deben, por placer de un pequeño grupo de vecinos, escuchar la banda de sonido que se les aparece en sus peores pesadillas.
Además de todo esto, al día siguiente todos debemos pagar en la asistencia pública, la atención a los quemados y heridos. Usted le está pagando la venda y el pancután (o hasta cirugías mayores) a los que se hirieron a sí mismos manipulando pirotecnia.
Pero hay una franja de la sociedad especialmente lábil: los que tienen trastornos del espectro autista, los autistas y las variedades de problemáticas asociadas. El autista no logra procesar que ese ruido es algo que no daña, y hay reacciones que van desde el llanto hasta las convulsiones para las cuales, me contaba el psicólogo experto, hasta hay que atarlos para que no se lastimen. Imagínese usted atando a su hijo en medio del llanto y las convulsiones para que no se lastime, porque su vecino está tirando petardos.
Imagina el cuadro? Recuerda la mortandad en Palermo, en 2011, cuando montones de aves muertas aparecieron luego de las fiestas especialmente ruidosas de ese año?
Usted me dirá “yo tengo derecho a tirar cohetes”. Si, hoy lo tiene. Como tenía derecho a fumar dentro de un bus, o en un restaurante, y echarle el humo al de al lado. Hoy le echa el ruido. ¿Qué diferencia hay? No puedo verlo con claridad.
Pero si se acerca a un hospital, estará el cartel “SILENCIO HOSPITAL”. Qué significa esto? Que el ruido daña.
Y si usted está haciendo ruidos fuertes, está dañando. Si, lo está haciendo, aunque pensaba que se trataba solamente de los fanáticos de los animales, estaba equivocado. Son muchos los grupos sociales a los cuales usted está haciendo daño con su pirotecnia.
Algunos países como Dubai o Australia, centralizan todo en un espacio determinado: un valle, una bahía, y tiran todo ahí. La gente a la que le gusta va, y se divierte. Los demás, se quedan celebrando una navidad o un año nuevo, sin dañar ni dañarse. En el respeto por el otro.
Hace siglos el líquido de los recipientes en los cuales la gente hacía pis y caca, se arrojaba por la ventana, simplemente, al grito de “agua va”.
Era lo normal.
Hace unos pocos años, se fumaba en aviones, subtes, restaurantes, hospitales (el famoso habano al padre primerizo en la sala de espera).
Era lo normal.
Vamos cambiando como sociedad, afortunadamente. Y espero que con la pirotecnia, más temprano que tarde, hagamos lo mismo.
Piénselo. Tiene todo un año para hacerlo.
Y tome la decisión correcta.