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Editorial del Programa ECOS del día 2 de Septiembre de 2017

 

Sierra Pintada, una bomba de tiempo

 

 

La Voz de la Tierra reproduce felizmente la clara exposición del Ingeniero Fabio Lorenzo, en el Congreso Ambiental llevado a cabo en General Alvear, Mendoza, hace unas semanas, de la situación actual de los pasivos del Complejo Minero Fabril Uranífero Sierra Pintada. Su charla se llamaba “Sierra Pintada una bomba de tiempo”. Y decía el Ing. Lorenzo:
“Ubicado a 12 kilómetros de la Villa 25 de Mayo, este Yacimiento uranífero explotado entre 1980 y 1995 por la Comisión Nacional de Energía Atómica, continúa aun hoy, a más de 20 años de su cese operativo, generando controversias y preocupación a los Sanrafaelinos.
Operado en un contexto legal, económico y social muy diferente al actual, generó durante sus años de esplendor una importante cantidad de residuos, fundamentalmente líquidos y sólidos que siguen aún esperando en su mayoría para una adecuada gestión y disposición final.
La interrupción en las actividades extractivas se debió principalmente a razones económicas, en un momento en el que obtener el Uranio en el mercado Internacional era casi tres veces más económico que producirlo en forma local.
Entre las particularidades geográficas del Yacimiento, se destaca la presencia del Arroyo El Tigre. Este cauce permanente, tributario del Diamante, conduce un caudal cercano a los 200 l/s, pero en condiciones extraordinarias puede llevar 800, 900 o 1000 m3/s, especialmente durante la ocurrencia de eventos pluviales significantes. El Arroyo es la columna vertebral del Yacimiento, lo atraviesa por su parte central, y recibe pequeños aportes de drenajes del área, incrementando su concentración en varias especies químicas vinculadas a la actividad del Yacimiento cuando se compara su calidad aguas arriba y aguas abajo del mismo. Uno de los aspectos más preocupantes, es que el Arroyo desemboca antes del Dique Galileo Vitali, y por ende, antes de la gran mayoría de los usos que los sanrafaelinos hacemos del agua del Diamante. El agua que bebemos y el agua que usamos para riego en la mayor parte de la cuenca incorpora los caudales del Arroyo El Tigre en condiciones normales.
La abrupta interrupción de las actividades del Yacimiento implicó también una enorme cantidad de pasivos ambientales. Residuos que permanecían en “disposición transitoria” y que hoy, a más de 20 años continúan allí en gran parte. Así, el complejo ostenta su más 1.700.000 Toneladas de Colas de minerales (mineral que fue sometido al proceso de lixiviación ácida y con concentraciones residuales menores al material de origen) dispuestas en forma precaria en diversos sectores del mismo. Aproximadamente 1.000.000 de m3 (si, Un Millón de metros cúbicos) de agua alojada en las canteras y que proviene de infiltraciones o aportes sub superficiales y agua de lluvia, con altos contenidos en elementos peligrosos, como Uranio, Radio y Arsénico. Hay además 5.223 tambores enterrados en los sectores de colas, los que provenían de la conversión del Diuranato de Amonio a Dióxido de Uranio, operación que se realizaba en la Ciudad de Córdoba. Debemos sumar también un sector de mas de 20 Ha que operó como Sistema de Evaporación. Es este último sector uno de los pocos que ha mejorado su situación ambiental, a partir de la ejecución de la obra del Reservorio DN 8 – 9, un sistema pensado para la gestión de parte de los pasivos del área de diques y el tratamiento del Agua de Canteras.
Además de estos pasivos, hay numerosas áreas que deben o deberán ser gestionadas el día en que se determine el cierre definitivo del Complejo, como por ejemplo el viejo Dique Pulmón, el sector de planchadas de lixiviación, la cisterna de desechos, la denominada “represa 2”, las Canteras, los sectores de Planta Industrial, y en fin, una lista que podría hacerse muy larga. Podríamos hablar también de los “nuevos pasivos”, como por ejemplo el famoso reservorio “DN 3-B”, una represa impermeable con escasas condiciones de seguridad (no cuenta con doble membrana ni sistema de detección de fugas), y que hoy almacena más de 35.000 m3 de líquidos con la mayor carga contaminante del complejo. Este reservorio, que se construyó con carácter temporario, ya tiene casi 6 (seis) años y continúa operando.
Desde el punto de vista ambiental la situación también es compleja. En el interior del Yacimiento existen sectores potencialmente peligrosos. Canteras que se vinculan sub-superficialmente con el Arroyo; endicamientos lábiles sobre cauces naturales; reservorios que contienen líquidos altamente contaminados sin mayores medidas de seguridad son, entre otras, las luces de alerta que se encienden.
Hoy, en pleno 2017 seguimos esperando. La Manifestación General de Impacto Ambiental presentada en el año 2014, aún no ha sido remitida a los organismos competentes para la emisión de Dictámenes Sectoriales, es decir, el proceso de aprobación del tratamiento de dos pasivos (relevantes por cierto) se encuentra aún por la mitad. Resta también la Audiencia Pública, instancia en la que se interrumpió este mismo proceso pero en el año 2006, y finalmente la D.I.A, instrumento que avalará o no la propuesta de remediación efectuada por la CNEA para el Agua de Canteras y los Tambores de RS.
Continuamos también hoy en una situación de “Stand By” que no tiene razón de ser. ¿Acaso el régimen legal que impera hoy en la Provincia de Mendoza y que ha tenido ratificación de la Corte, no es claro en este sentido?. ¿Qué espera la Provincia y/o la Nación para definir la situación de Sierra Pintada?. El camino no tiene dos alternativas.
Los Sanrafaelinos debemos estar preparados para un proceso de remediación que será largo, y por sobre todo COSTOSO. La complejidad de su geografía, la dispersión territorial de los sectores afectados, el volumen de los mismos, y la variabilidad química hacen prever un dilatado y gravoso proceso. La historia de Sierra Pintada no resiste análisis en el terreno económico, ambiental y/o legal. Es hora de definiciones. No podemos seguir esperando.”