Skip to: Site menu | Main content

Editorial del Programa ECOS del día 7 de Octubre de 2017

 

Nuestro sueño de los dos planetas

 

 

Y llegó y pasó sin pena ni gloria ya hace casi dos meses el 2 de agosto.
Qué fue el 2 de agosto que lo señalo aquí? El día en que como humanidad nos consumimos todos los recursos que el planeta tenía para nosotros en 2017.
Nadie baja su consumo. Ni el norte ni el sur, ni los países ricos ni los países pobres.
Esa cifra surge de combinar los indicadores de biocapacidad (lo que el planeta puede producir) y el de huella ecológica (lo que la humanidad consume).

Hace ya rato que los humanos consumimos cada año más que lo que la Tierra es capaz de regenerar anualmente. Pero cada año, esa fecha llega antes.
En los 70 era a finales de octubre. Ahora ya es a principios de agosto.
Para 2030 será el 1 de enero, y ahí sí que necesitaremos dos planetas para sobrevivir.
Pero hay un pequeño problema que no tiene solución: no tenemos dos planetas.
Pero hay algo que si tiene solución: cambiar el modo de enfocar nuestra economía. Pasar del mágico y desarrollista concepto de crecimiento infinito, (un vector que crece y crece en los gráficos como una flecha que sube y sube) a un desarrollo (o decrecimiento quizás) que se ajuste a que nuestro planeta no es infinito, y que fuimos engañados como niños cuando los economistas nos mostraban esa flecha que iba, iba e iba, sobre un planetita que adelgaza, y adelgaza y adelgaza.
Claro que no nos mostraron el planetita enflaqueciendo.
Y ahora se rasgan las vestiduras el 2 de agosto.
Son los “límites del crecimiento” que ya allá en 1972 nos echó a la cara el Club de Roma ante la rechifla de los economistas, que cuando nadie los veía, se pusieron a sacar cuentas y si.,.. el crecimiento tenía un límite. Y la fecha es el 2030.
Claro que en aquel momento, decir eso fue planchar los desarrollos locales en los países pobres. Nadie miró en los países ricos para adentro de casa. Todos nos miraron a nosotros. Allá en el norte iluminado, el consumo siguió como siempre, creciendo con la flecha. Pero al sur, que comamos menos. Y de paso, que seamos su almacén de agua, de suelo, de grano, de mineral.

Así las cosas, como ven, nada cambia y el planeta se nos acaba.

Me recuerda al texto sufí de Idries Sha que decía:

…”Había una vez un queso. Una cantidad de gorgojos del queso se instalaron en él, Al pasar el tiempo, perforaron más y más agujeros en el queso, y por supuesto, se multiplicaron.
Entonces, un día, llegó a haber tantos agujeros que el queso se desintegró, convirtiéndose en polvo, y dejó a los gorgojos corriendo entre las ruinas de su casa.
¡Qué traidor es el responsable de esto?”, gritaron los gorgojos y formaron partidos, cada uno opuesto al otro, cuyos objetivos eran restaurar la anterior situación ideal.
Algunos gorgojos, es cierto, encontraron otro queso. Pero la mayoría está consumiendo bastante rápidamente lo que quedó del polvo de queso.”