Editorial del Programa ECOS del día 9 de Junio de 2018
Disparen contra la agroecología
¿Quién tiene miedo de la agricultura ecológica? Se preguntaba Esther Vivas en el sitio Público.es el de julio de 2014. Y decía:
“La agricultura ecológica pone muy nerviosos a algunos. Así lo constatan, en los últimos tiempos, la multiplicación de artículos, entrevistas, libros que tiene por único objetivo desprestigiar su trabajo, desinformar acerca de su práctica y desacreditar sus principios. Se trata de discursos plagados de falsedades que, vestidos de una supuesta independencia científica para legitimarse, nos cuentan las “maldades” de un modelo de agricultura y alimentación que suma progresivamente más apoyos. Sin embargo, ¿por qué tanto esfuerzo en desautorizar dicha práctica? ¿Quién tiene miedo de la agricultura ecológica?
Cuando una alternativa cuaja socialmente dos son las estrategias para neutralizarla: la cooptación y la estigmatización. La agricultura ecológica es torpedeada por ambas. Por un lado, cada vez son más las grandes empresas y los supermercados que producen y comercializan estos productos para dar cobertura a un floreciente nicho de mercado y “limpiarse” la imagen, a pesar de que sus prácticas no tienen nada que ver con lo que defiende este modelo. Por otro lado, la estrategia del “miedo”: estigmatizar, mentir y desinformar, confundir a la opinión pública, para así desautorizar este modelo alternativo.
Y, ¿si alzas la voz en su defensa? Insultos y descalificaciones. Si un científico se posiciona en contra de la agricultura industrial y transgénica, es tachado de “ideológico”. Como si defender este tipo de agricultura no respondiera a una determinada ideología, la de aquellos que se sitúan en la órbita de las multinacionales agroalimentarias y biotecnológicas, y que a menudo cobran de las mismas. Si un “no científico” la crítica, entonces, su problema es que no sabe, que es un ignorante. Según estos parece que solo los científicos, y en particular aquellos que defienden sus mismos postulados, pueden tener una posición válida al respeto. Otra práctica habitual es calificar a quien crítica de anticientífico. Se ve que defender una ciencia al servicio de lo público y lo colectivo implica estar en contra de la misma. Una argumentación de locos.
“La agricultura ecológica no es más sana ni mejor para el medio ambiente”, dicen. Nos quieren hacer creer que una agricultura industrial, intensiva, que usa sistemáticamente productos químicos de síntesis en su producción, es igual a una agricultura ecológica que prescinde de los mismos. Increíble. Si las prácticas agroecológicas emergen es precisamente como respuesta a un modelo de agricultura que contamina la tierra y nuestros cuerpos.
Cada año, productos químicos de síntesis utilizados en la agricultura industrial son retirados del mercado por la Comisión Europea. ¿Qué fitosanitarios serán prohibidos mañana? Imposible saberlo. ¿Hasta cuándo permitiremos seguir siendo cobayas?
La agricultura ecológica, prescinde de estos químicos de síntesis, colocando en el centro de la producción de alimentos la salud de las personas y la del planeta. ¿Quién puede considerar, visto lo visto, que la agricultura y la alimentación industrial, intensiva y transgénica es más respetuosa con las personas y el medio ambiente que la ecológica? Ustedes deciden”.