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Editorial del Programa ECOS del día 6 de Julio de 2019

 

Ley de Glaciares, un largo camino muchacha

 

 

Todos hemos estado contentos con el fallo unánime de la Corte Suprema de la Nación ratificando la constitucionalidad de la Ley de Glaciares.
En esta danza estaba en juego que haya o no minería en zona de glaciares. Hay un montón de proyectos mineros esperando luz verde para empezar con las topadoras allá en la montaña, adonde hay más de 20 mil glaciares de los que depende el agua de las comunidades y los ecosistemas. Son glaciares y suelos congelados que funcionan como dispenser de agua en épocas de seca.
Barrick Gold en Pascua Lama, Veladero, Del Carmen quizás sean las más conocidas, pero hay muchas, realmente muchas mineras esperando en San Juan, Mendoza, La Rioja, y Catamarca, que tienen concesiones mineras en zona de glaciares de roca.
La Ley de Glaciares ideada por Marta Maffei fue votada en el año 2008. Épocas en las que del tema de los glaciares no hablaba casi nadie.
Javier Rodríguez Pardo fue quizás uno de los primeros, pionero, incansable y apasionado defensor de esas reservas de agua. Recorrió la cordillera como nadie. Trepó cerros y montañas, dio cientos de charlas para grandes y pequeños auditorios, desde corrales de cabras en el monte hasta auditorios universitarios, siempre se sentaba, y con su tranquilo y musical modo de contar explicaba por qué no. Por qué nunca. Por qué el agua vale más que el oro.
Ayudó a crear la Unión de Asambleas Ciudadanas, las UACs, que hoy lo recuerdan con amor y respeto.
Aquel primer proyecto de la ley de glaciares se dio de narices con las intenciones de la Secretaria de Minería, que ignoraba olímpicamente el valor hídrico de los glaciares de hielo y de roca, y entregaba permisos a cualquier proyecto que dejase dinero.
Hubo provincias en las cuales la autoridad sobre sus glaciares fue cambiada de oficina: sacada del área ambiental y pasada al área minera.
Pero sorpresivamente, y en silencio, la Ley de Glaciares se aprobó por unanimidad en ambas cámaras del Congreso. Para cuando las empresas mineras y sus amigos políticos se dieron cuenta de lo que había pasado, el CEO de Barrick Gold, Peter Munk, hizo su primer llamado enojadísimo a la casa de gobierno, e impuso (porque lo impuso) un veto presidencial.
Todo mundo empezó a hablar de los glaciares. Desfilaron en nuestra Plaza de los dos Congresos, glaciares de telgopor y carteles de todo tipo exigiendo que se instaure la ley nuevamente.
Cuánto aprendimos – o recordamos haber oído a Javier- sobre glaciares, sobre glaciares de roca, suelo congelado, y el ciclo del agua en la montaña.
A finales del 2010 con los votos bastante justos, volvió la ley, que es de hecho la primer ley en todo el planeta que protege glaciares, cosa que no se logró aún en nuestro vecino país trasandino.
La Barrick Gold tenía demasiado que perder en Veladero y Pascua Lama, y de la mano de sus amigos sanjuaninos fue a la justicia para que le quiten esa soga del cuello. En sólo un día, la ley se suspendió. Y empezaron a aparecer comentarios para la ocasión, de parte de funcionarios, que decían que el inventario de glaciares no estaba completo, que después de todo ¿cómo vivir sin minería? (cuando debieran haber dicho “¿cómo vivir sin oro?”) o que después de todo el agua por allí no era tan importante porque vivía poca gente.
Se dice que los glaciares son más del doble de lo que indica el inventario, por algunos “olvidos” o “dificultades de acceso”.
Fue recién ahora, hace poquísimo, que la Corte Suprema puso la puntada final dejando vigente y sin posibilidad de alzada la atribulada ley.
Claro, pero en este contexto de gobiernos amigos de las corporaciones, ¿se cumplirá? Porque ése es otro capítulo, ya que sabemos el dicho argentino, de hecha la ley…