Editorial del Programa ECOS del día 16 de Mayo de 2020
Bajan los precios de insumos para fabricar glifosato, aunque no lo crea
Más de mil 100 artículos científicos documentan los efectos dañinos a la salud y el medio ambiente del glifosato, y lo sabemos gracias a la quinta edición de la Antología toxicológica del glifosato. El reporte que en este momento está sirviendo de sustento en el amparo que comunidades mayas en México han presentado contra el cultivo de soya transgénica.
Pero este reporte es tan argentino como el dulce de leche, pues lo hizo el amigo Eduardo Rossi, técnico en inmunohemoterapia y en epidemiología, en colaboración con Fernando Cabaleiro, el abogado ambientalista, que vienen reuniendo con tesón de pulidor las investigaciones científicas sobre los efectos del glifosato que se publican en revistas especializadas.
En México la decisión de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales había prohibido el año pasado la importación de unas mil toneladas de glifosato con base en el principio precautorio.
¿Por qué estoy aquí hablando de esto una vez más? porque el 22 de abril de este año, se publicó en el Boletín Oficial un Acuerdo de Complementación Económica entre los países del Mercosur, para bajar los aranceles que solicita Argentina para la compra de monoisopropilamina y de dimetilamina, insumos para la fabricación de herbicidas como atrazina y glifosato.
La atrazina y el glifosato se usa aquí en cultivos de soja, maíz, sorgo granífero, lino, caña de azúcar, fruta, tabaco, yerba, té.
La atrazina está prohibida en su país de origen, Suiza, por su persistente contaminación de aguas subterráneas.
Pero, en este bendito país, de la mano del 2,4-D y el glifosato, es la tríada de mayor aplicación.
¿Los efectos en la salud humana?: afecta el sistema endocrino, es cancerígeno, reduce nivel de esperma en varones, causa daños en el feto en crecimiento, produce alergias y alteraciones al sistema nervioso e inmunológico. En el caso del glifosato, es cancerígeno, genotóxico, produce daños dermatológicos y afecta al sistema respiratorio, entre otros. Todo eso probadísimo.
En cuanto a la dimetilamina, se usa como fungicida agrícola, afecta los tejidos de las vías respiratorias, ojos y piel. Su inhalación puede tener consecuencias fatales luego de espasmos, inflamación, y edema de laringe y bronquios, neumonitis química y edema pulmonar.
Toda rebaja de aranceles resulta en un aumento del uso. Y un aumento de su uso reporta en más y peores efectos en la salud humana y en los ecosistemas, que últimamente está empezándose a descubrir que para algo estaban allí, y que después de todo, destruirlos, envenenarlos, arrasarlos, incendiarlos, no era tan buena idea porque terminaba siendo una especie de “Gaia-boomerang” que se nos vuelve encima y nos pega en la cabeza. Y capaz nos mata y todo.
Colectivos, científicos, organizaciones, solicitamos dejar sin efecto la rebaja arancelaria y se evite cualquier otra medida similar que represente un estímulo al aumento de la producción y comercialización de estos agrotóxicos que afectan gravemente la salud de la población y del ambiente.
Encima, y éste es el moñito del tema, los aplicadores terrestres (mosquitos) y aéreos (aviones fumigadores) empezaron a ofrecerse para fumigar las calles y las casas por el brote de dengue. Otro problemón debido en gran parte al cambio climático, si. En otra gran parte a la gente que junta cacharros, también. Pero en otra muy grande parte, en la destrucción de los hábitats y los sitios adonde no se molesta a nadie. Sigamos afeitando la superficie del planeta. Sigamos bañando el mundo de veneno. ¿Terminaremos durmiendo en bañaderas de glifosato en la tibia esperanza de salvarnos como especie?
¿No vemos que la cosa es multicausal y que la crisis es una crisis civilizatoria que nos llevó de las narices a matar el mundo?