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Editorial del Programa ECOS del día 19 de Junio de 2021

 

Microplásticos hasta en la sopa

 

 

Oh, ¡los microplásticos! una y otra vez voy a ir volviendo a este tema, porque cada semana que pasa, aparecen más y más evidencias de su ubicuidad. Esto es, que están absolutamente en todas partes. Estamos viviendo una vida plástica. Y no la vemos, porque son tan chiquitos que están en nuestra comida, nuestros cosméticos, y por supuesto, en el ambiente.
Usted pensará: en los basurales, quizás en las playas, adonde sobreflotan o se los ve en pedacitos de colores entre la arena.
Pero miren esta semana:
Microplásticos en manglares y praderas marinas, que crecen en muchos lugares de las costas del mundo, y estos "bosques azules" constituyen un entorno importante para una gran cantidad de animales.
Los peces más pequeños que no han crecido aún, pueden esconderse hasta que son lo suficientemente adultos como para cuidar de sí mismos; los cangrejos y los mejillones viven en el fondo; y las aves vienen a alimentarse de las plantas.
Sin embargo, las zonas costeras cubiertas de plantas no solo atraen a los animales, sino también a los microplásticos, según un nuevo estudio. Cuanto más densa es la vegetación, más plástico se captura.
La investigación la ha llevado a cabo un equipo internacional de la Universidad del Sur de Dinamarca, que halló que los animales ingieren microplásticos con la comida que encuentran y consumen en los manglares y en las praderas marinas. Como consecuencia de esa ingestión de plástico, pueden sufrir problemas de salud e incluso morir o por asfixia o de inanición.
Otro problema de los microplásticos es que pueden estar cubiertos de toxinas o sustancias peligrosas que se transfieren al animal o a la planta que absorbe los microplásticos.
El estudio se basó en la inspección de tres zonas costeras de China en las que crece la vegetación propia de los manglares, y los investigadores afirman que es relevante para ecosistemas similares en el resto del mundo.
Pero también llega la información de parte de otro equipo internacional que incluye la Universidad de Reikiavik en Islandia, que se fueron a ver si había microplásticos en la zona más remota y más prístina del glaciar de Vatna jö kull en Islandia, el más grande glaciar de de Europa. Ya se han encontrado micropartículas de plástico en los Alpes italianos, en los Andes ecuatorianos y en los icebergs de Svalbard en Noruega. ¿Qué pasaría en éste, el más grande y más aislado de ese continente? Y si, lamentablemente sí.
Las muestras fueron recogidas de un lugar sin fácil acceso, por lo que se descarta la contaminación directa por actividades humanas y se confirma que las micropartículas de plástico pueden difundirse por la atmósfera.
Es poco lo que se sabe sobre los efectos a corto y largo plazo de los microplásticos en la dinámica del hielo y hasta qué punto contribuyen al deshielo de los glaciares en el marco del calentamiento global. Algunos científicos aseguran que su influencia en ese aspecto es lo bastante grande, como para que los microplásticos desempeñen un papel acelerador crítico en los deshielos.
Confirmando que los microplásticos andan en el aire y ni nos enteramos, otra noticia de estos días de la National Geographic, cuenta cómo las abejas acumulan en su cuerpo microplásticos que están presentes en el aire.
Las abejas están cubiertas de pelos que se cargan electrostáticamente durante el vuelo, lo que ayuda a atraer las partículas. El polen es la sustancia más obvia que queda atrapada en estos pelos, pero también lo hacen los restos de plantas o cera. Y ahora se añaden los plásticos. 13 polímeros sintéticos diferentes se encontraron en los estudios daneses sobre abejas y microplásticos. El poliéster era la fibra dominante, seguida por el polietileno y el cloruro de polivinilo. Dicen que son “ambientalistas en miniatura” porque son la alerta temprana de este tipo de contaminación. Y otra, como metales pesados, plaguicidas, e incluso la lluvia radiactiva.
El equipo descubrió que la tasa de mortalidad de las abejas se disparaba de menos del 20 por ciento a más del 55 por ciento cuando las abejas consumían una combinación de poliestireno y tetraciclina, ¿por qué ese antibiótico? Porque se lo ponen a las colmenas para prevenir una enfermedad en las larvas. De modo que, aislados, los microplásticos podrían no ser el contaminante más tóxico, pero la existencia de otras sustancias químicas podría aumentar su toxicidad.
¿Qué pasará con nosotros y los microplásticos? ¿Se acuerda de María Ángeles Guraya, profesora de la UCEL que analizó sal marina y encontró microplásticos en el 44 por ciento de las muestras?