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Editorial del Programa ECOS del día 13 de Noviembre de 2021

 

La mala soja

 

 

Una vez más la Agencia Tierra Viva ofrece una información impactante: El Instituto Nacional de Semillas reconoció los peligros de los transgénicos y las ventajas de la soja ecológica.
La Agencia halló el informe oficial que confirma que la soja transgénica contiene alta concentración de glifosato y señala las ventajas del cultivo convencional, sin modificación genética ni agrotóxicos.
¿De dónde salieron esas críticas? ¿De los ecologistas desvelados? No. Del propio Instituto Nacional de Semillas, que es amiguísimo del agronegocio, depende del Ministerio de Agricultura y lo crearon ad hoc al entrar los transgénicos a Argentina. Y es la que les palmea las espaldas todo el tiempo a los de la CONABIA, la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria a la hora de aprobar nuevos transgénicos. Todo en familia.
Además el informe agrega algunas perlitas. ¿Saben cuántos productores son dueños de la mitad de toda la soja transgénica de Argentina (unos 14 millones de hectáreas)? el diez por ciento de los productores, y eso se llama concentración en pocas manos de las superficies cultivadas. Y según los datos duros, cada vez van a ser menos teniendo cada vez más. Los números son claros.
Lo tremendo es que desnuda finalmente al rey de la capa invisible: habla de las diferencias del mejor valor nutricional de las semillas no transgénicas, de los beneficios para el suelo de la siembra con rotación y tiempo. Y a la hora de poner un poco la lupa, se anima a decir que, la producción agroecológica «si bien es algo que el productor no está acostumbrado a hacer, esta tendencia está cambiando impulsada por el surgimiento de malezas resistentes que obligan a tomar nuevas estrategias de manejo y control».
Claro que a la vez celebra que con tanta soja en la región bienvenidos los biocombustibles... Nunca va a preocuparse seriamente ni por la frontera agrícola que arrasa monte o bosque (y si no se acepta, lo quema), por los residuos de plaguicidas en todas partes, la salud, la soberanía alimentaria... No, eso no lo esperemos. A lo sumo, (y cito la cita) “la no transgénica no contiene residuos de glifosato, mientras que la soja modificada genéticamente sí presenta altas concentraciones del citado herbicida”. Y agrega que al no estar modificada genéticamente, la soja ecológica contiene un 14,86 por ciento más de proteínas, omega-6 y aminoácidos esenciales, menos grasas saturadas y ningún residuo químico.
¿Por qué el Instituto Nacional de Semillas se puso a analizar estas cosas?
Para ver los mercados de exportación (EEUU o Europa) y ver quién y cuánto compran. ¿Qué? ¿Usted pensaba que fue para ver si finalmente la soja transgénica arruinó el suelo y enfermó a la gente? ¡No, qué va!