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Editorial del Programa ECOS del día 20 de Agosto de 2022

 

Otra vez las represas, esos dinosaurios absurdos

 

 

Mientras se acomodaban las sillas para el nombramiento del nuevo ministro de economía, la ex ministra se tomaba un avión a Santa Cruz y reunida con la gobernadora Alicia Kirchner firmó una adenda, que es un agregado al contrato para la construcción de las dos represas en esa provincia.
El presidente en su viaje oficial a Beijing le había prometió al líder de China que las represas se iban a hacer y firmó un documento (que la ex ministra se apuró a reformar antes de apagar la luz y cerrar la puerta del despacho que ya dejaba) por un monto de 5.000 millones de dólares.
Algunos diputados están pidiendo explicaciones acerca del endeudamiento de Argentina presurosamente consolidado por la ministra saliente con China.
Recordemos que esas centrales vienen cambiando de nombre según soplen los vientos: de Néstor Kirchner y Jorge Cepernic a Barrancosa y Cóndor Cliff.
Recordemos que hubo una audiencia pública que duró más dos días a espeto corrido, con cientos (creo que fueron algo así como 500) oradores, de los cuales, más o menos un 1% habló a favor, y resultaron ser o los relacionados a su construcción, o funcionarios políticos de turno. Porque el otro 99% (la audiencia está en Internet y si dispone de dos largos días, la puede ver) estuvo a cargo de biólogos, geólogos, hidrogeólogos, zoólogos... Ornitólogos, historiadores, abogados… en fin, que el “no hagan eso” mostró claramente argumentos como para hacer dulce.
Los expertos aseguran que las obras en el río Santa Cruz, que nace en el deshielo de los grandes glaciares del país y es el último río glaciario libre de la Patagonia, van a alterar la trayectoria de algunos de los glaciares más grandes del mundo que se encuentran fuera de los polos y van a destruir tierras ancestrales mapuches (a los que ni siquiera consultaron, violando legislación internacional), pinturas rupestres prehistóricas y yacimientos de fósiles.
Que van a destruir el hábitat de un ave única en la zona: que van a destruir los farallones con restos fósiles aun no estudiados.
Parques Nacionales reconoce que el Plan de Gestión Ambiental fue suspendido por la pandemia, pero que las obras avanzaron sin contar con información científica básica para poder evaluar a cabalidad los riesgos ambientales. Y encima señala que la represa inundaría unas treinta y cinco mil hectáreas de los alrededores.
El Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) puso clarito que se desconocen las afectaciones que podrían sufrir los dos hermosos glaciares Spegazzini y Upsala debido a las interacciones glaciar-lago si se construyen las represas.
El Instituto Nacional de Prevención Sísmica también avisó: muchachos, hay una falla en uno de los brazos del Río Santa Cruz, el Río Bote, y está potencialmente activa, ojo.
Y además, amigos, este tipo de mega-represas ya son dinosaurios, ya son consideradas como una fuente obsoleta de energía. Este proyecto es el sinsentido en su mayor expresión. Que no es, además, energía renovable, ya que la ley fija que para ser renovable una fuente de energía no tiene que producir más de 50 megavatios. Y ellas producirían más de 1300.
Es un proyecto a la medida de China, para China y para que China no se enoje si le decimos ahora “no, gracias, por esta larga lista de motivos no la queremos hacer más”.
Porque en el entretanto estamos hipotecando bienes naturales e inmateriales, culturales, hidrológicos, hasta turísticos.
La Corte Suprema ya tiene todo desde hace varios meses en la Secretaría de Juicios Ambientales.
Y Sergio Nahuelquir, líder de la comunidad mapuche dijo al medio Mongabay:
“Jamás se nos habría ocurrido represar un río”. “Porque todo lo que existe, la biodiversidad, las montañas, el río, los pájaros, las propias piedras, todo eso tiene una fuerza vital para nosotros, un espíritu y una energía. Esa energía ayuda a los seres humanos a vivir”.