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Editorial del Programa ECOS del día 25 de Mayo de 2024

 

Charquito de petróleo. ¿Quién barre?

 

 

 

Muy buenas… todo el tiempo se habla y se celebra el crecimiento de la producción petrolera, Vaca Muerta, off shore, etc. etc.
Y cada vez que encendemos un auto, vemos pasar un avión, o de hecho, encendemos la luz, detrás hay petróleo. Qué encerrona, ¿no? Porque sabemos que esta era del petróleo está matando al planeta. Sabemos que no está bien. Pero sabemos que es la rama sobre la que estamos sentados y que, si la cortamos, caemos. O, mejor dicho, caen muchas de las cosas que hoy están y que nos son de utilidad. Qué encerrona…
Por un lado, pienso en la salida hacia energías no contaminantes, claro. Por otro, pienso en la reducción del consumo de energía en este mundo desigual, dividido en clases, adonde por un lado se ilumina 24 horas Las vegas y en otro punto del mundo, las personas no tienen energía ni para encender una lamparita o refrigerar una vacuna.
Con esas dos cosas resueltas (energías no contaminantes y equidad energética) estaríamos a un tris de poder salir de la punta de la rama adonde estamos sentados, y antes que se desgaje del todo y nos caigamos, poder agarrar un poquito del tronco.
Y suponiendo, solo suponiendo que vaya acomodándose esta sopa espesa para el lado de lo ambientalmente razonable, ¿podemos esperar que se limpie lo que se ensució?
Y estoy pensando en petróleo, claro. Porque se celebra, como decíamos al principio, cada nueva extracción, y se promocionan las nuevas inversiones, pero ¿el salón quién lo barre a fin de fiesta?
Argentina tiene una lista tremendamente larga de pasivos ambientales del petróleo. Las cuencas petrolíferas históricas neuquinas o patagónicas, están llenas de sitios abandonados sin remediar. Y de derrames que siguen y siguen, y ya ni los levantan los medios. Porque parece que a nadie le importa ya. Hace un par de semanas, por ejemplo, un diario local de Río Negro levantaba las quejas de pobladores de Entre Lomas, zona aledaña a la ciudad de Catriel, sobre varios derrames, por falta de mantenimiento en los caños de los oleoductos, yacimientos antiguos con infraestructura envejecida, que expulsa agua y petróleo contaminando el agua que toman los animales y se usa de riego.
No sé si se acuerda que una vez, el gobierno del Neuquén se hartó de derrames y poblaciones sin agua, ganado muerto y regadíos inutilizados, y llamó al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el PNUD, que rápidamente comisionó a un grupo de expertos, encabezados por el querido y recientemente fallecido Héctor Sejenovich, a que vayan, analicen, y hagan la cuenta de cuánto sale remediar todo lo que desde YPF (privada o pública) y el resto de las concesiones, habían dejado como desquicio tóxico al abandonar los pozos. Por todos los medios se podía leer que el gobierno se jacta de las buenas inversiones, pero no de hacerse cargo de los incidentes. Y lo peor son los pasivos ambientales que vienen quedando entre empresas, se lo pasan unas a otras en el tiempo y nadie hace nada. Medio ambiente labra actas y después no se sabe más nada, ni cómo siguen los tramites o las sanciones.
Pues en aquel momento, el PNUD, 1997 Proyecto AGR/97/024 Emergencia Ambiental, Hidrocarburos – Compensación y Desarrollo Sustentable de la Provincia de Neuquén, señaló que los daños evaluados eran: Pérdida de la cobertura vegetal, pérdida de la productividad anual del sistema, pérdidas de suelo, disminución de la recarga de los acuíferos, agua extraída de los acuíferos y vertidos de aguas de purga al cauce del Río Colorado, tan solo en Rincón de los Sauces, uno de tantos sitios impactados por el petróleo.
Y dijo que el monto global presente exigible a las empresas por pasivos ambientales y obras de reparación y corrección en 1997 es de 547.653.505 dólares/pesos en ese tiempo.
Aun se escuchan las risas de las empresas petroleras, y nadie nunca remedió nada.
Traigo esto a colación, porque tenemos que saber que el petróleo no es solo la llave en el encendido del auto y prender la luz. No es solo el cambio climático, tifones, ciclones, huracanes, fuertes lluvias, grandes sequías. No es solo contaminación posible del mar. Es toda la naturaleza, el agua, la gente, los animales, que sufren in situ en los cientos de yacimientos que hay, porque nadie controla, nadie remedia, nadie deja todo como estaba. Es empujar un poco más hacia renovables, pero más aún que eso, es hacia la equidad. Porque con mucho menos alcanzaría para muchos más. Solo si fuésemos una civilización equitativa y gentil. Lástima
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