Skip to: Site menu | Main content

Editorial del Programa ECOS del día 1 de Junio de 2024

 

Cuando el legado es para siempre

 

 

El amigo Juan Vernieri publicaba un texto en el diario El Chubut que me parece que bien puede ser útil para evaluar qué va a pasar a futuro en éste y en todos los países que siguieron el camino nuclear. Especialmente en aquéllos adonde la información es aún más escatimada que aquí, que ya es mucho decir.
¿Por qué decimos esto? (Y Cito esa clarísima nota de legado eterno) Porque entre 1949 y 1989 los soviéticos detonaron 456 dispositivos nucleares en el sitio de pruebas de Semipalatinsk, una amplia región al noreste de la entonces República Socialista Soviética de Kazajistán, muchas de esas detonaciones de una magnitud bastante mayor que muchas de las norteamericanas, llegando a alcanzar cientos de kilotones. (Para comparar: la bomba de Hiroshima tenía 16 kilotones de potencia y la de Nagasaki 21).
Esa región rusa estaba en su mayoría deshabitada, pero los escasos pobladores sufrieron efectos devastadores. Según un artículo de James Lerager, al menos 60.000 personas que vivían en un radio de 80 kilómetros murieron debido a diversos tipos de cáncer, inducidos por la radiación. Y estamos hablando de solo un sitio de pruebas, estimando que al menos 200.000 personas vieron su salud afectada como consecuencia de ese solo punto de pruebas atómicas. De hecho, la zona no estaba del todo “desierta” como señalaban los papeles, y a 128 kilómetros estaba la ciudad de Kurchatov cuyos habitantes eran campesinos desplazados por la II Guerra Mundial. Los primeros hallazgos de malformaciones congénitas se dieron cuando, las mujeres daban a luz en la ciudad de Semipalátinsk, ante el asombro de los bebés que nacían. Asimismo, muchos morían de cáncer, leucemia y de otras enfermedades inmunológicas, todos ellos de manera inexplicable.
En la Guerra Fría, la idea es mostrar cuántas bombas tengo yo. Estados Unidos en Nevada, y la Unión Soviética en este lugar de Semipalátinsk. Digamos que para cuando allí se detonó la primera, Estados Unidos ya había detonado más de 50 en Nevada. Durante ese tiempo de pruebas, se detonaron al menos 10 bombas atómicas por año, llegando hasta las 500 bombas de ese tipo hasta 1991.
Tras la caída del bloque soviético, diversas organizaciones se pronunciaron en contra de las actividades nucleares en Nevada y Semipalátinsk. El final de la Guerra Fría dejó a un estado soviético colapsado, y el sitio fue cerrado en 1991 exigiéndole a Moscú que se haga cargo de los equipos atómicos en ese territorio. Los rusos se negaron y todo quedó en completo abandono. Posteriormente, el antiguo director del sitio intentó contrabandear armamento para otros países hasta que fue descubierto. También hubo vandalismo sin importar la exposición a la radiación. Varias películas se hicieron con el robo de material radiactivo en oscuras noches soviéticas. Finalmente, las Naciones Unidad escogieron el 29 de agosto como el Día Internacional contra los Ensayos Nucleares. Un 29 de agosto de 1991 fue el cierre de Semipalátinsk.
Pero, la cosa sigue allí, las víctimas siguen anónimas. Y el mundo nuclear sigue adelante.
Usted dirá: si, pero estas son bombas, no son centrales nucleares. Sí, pero ¿de dónde cree que se viene obteniendo el plutonio? ¿Le dijeron que crece en los árboles?