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Editorial del Programa ECOS del día 5 de Octubre de 2024

 

Resiliencia ante climas extremos

 

 

 

En estos tiempos de cambio climático podemos estar en una mini ola de frío en pleno diciembre o un golpe de calor inesperado en agosto. Y lo peor: extremos térmicos sostenidos, como los implacables veranos europeos de los últimos años. O los tremendos fríos de nuestra Patagonia. ¿Cómo es la resiliencia del ser humano: ¿Hasta dónde podemos llegar?
El cuerpo humano es una compleja máquina biológica que se puede adaptar casi a cualquier entorno. Y las temperaturas extremas representan una de las pruebas más severas para la especie. Ya se está cobrando muchas vidas en la forma de corales, insectos, ciertas aves, pero ¿el hombre resistirá?
Lo primero que pensamos cuando pensamos en esto es en el golpe de calor, la exposición prolongada a altas temperaturas, más que nada si hay alta humedad. Más de 40°C en el cuerpo y podemos tener daños en órganos vitales y hasta morir. Nos sentimos confusos, semi conscientes, se nos seca la piel y se acelera el pulso. El cuerpo trata de adaptarse: empezamos a sudar porque si se nos humedece la piel, gracias a la evaporación, disipamos calor. Además, la vasodilatación ayuda a aumentar el flujo sanguíneo hacia la piel, facilitando la pérdida de calor.
Hasta cuánto aguanta un humano? los humanos podemos sobrevivir hasta a 70°C pero en un período muy corto, bien hidratados y enfriándonos de inmediato luego de la exposición.
Y hasta cuánto aguantamos el fío? Porque la hipotermia es muy peligrosa. Oímos hablar de alpinistas atrapados en la nieve, y es una condición peligrosa cuando la temperatura corporal desciende por debajo de los 35°C, el cuerpo pierde calor más rápido de lo que llega a poder producir, y aparecen los escalofríos, nuevamente la confusión, perdemos coordinación y al final, es el corazón el que falla. Antes, el cuerpo trató de adaptarse al frío, con el estrechamiento de los vasos sanguíneos, reduciendo el flujo de sangre a la piel para conservar el calor en el núcleo del cuerpo. Y agradezcamos al temblor, que genera calor a través de contracciones musculares rápidas. -20°C sin abrigo o protección, puede ser fatal en cuestión de pocas horas.
Podemos llamarlo el fenómeno de la rana en la olla al fuego, o aclimatación: un proceso gradual mediante el cual el cuerpo se adapta a condiciones térmicas extremas. Por ejemplo, los trabajadores de zonas de calor extremo desarrollan una mayor eficiencia en la sudoración y una mejor retención de electrolitos. Y los de las regiones polares, desarrollan adaptaciones metabólicas para enfrentar el frío extremo.
Pero todo tiene su límite. Y estos cambios se suceden a lo largo de décadas y de generaciones. Este cambio climático no nos da tiempo para ello. Y se suman muertes por congelamiento en gente en situación de calle, o muertos por las olas de calor aun en países ricos.
Porque la condición física general de una persona juega un papel crucial. Si la persona tiene enfermedades crónicas, es más vulnerable a los extremos térmicos. Y estas enfermedades son las que el modelo de consumo promueve: obesidad, sobrepeso, diabetes, EPOC…
Estaremos de veras como la rana metidos en un caldero que se calienta de a poco? Los que ven la llama avisan a gritos, pero los que manejan el fuego parecen no escuchar.