Editorial del Programa ECOS del día 21 de Diciembre de 2024
Una vez más: la nuclear, carísima
Muy buenas, estuve siguiendo un exhaustivo trabajo que el Ing. Juan Vernieri ha publicado sobre los desechos nucleares como muerto en el ropero, y felicito su calidad de datos y fuentes. Sostener una industria no rentable como la nuclear a la que se le agrega la incertidumbre de los plazos de construcción de nuevas instalaciones, y la del destino de su basura, resulta una cuestión extremadamente compleja. La empresa de energía de Francia, el país más nuclearizado del mundo, posee una deuda financiera neta que aumentó a finales de 2021 hasta un total de 43.000 millones de euros, en tanto las renovables cada vez tienen costos de inversión más bajos y producen electricidad a más bajo precio. En 2007 EDF inició la construcción de Flamanville-3, con puesta en marcha prevista para 2012, cosa que obviamente no sucedió. El proyecto tiene problemas de diseño, de control de calidad, dificultades con el hormigón y con las soldaduras. Y sigue sin andar, absorbiendo miles de millones de euros, literalmente. El empecinamiento llevó a que, en 2023, 1.200 científicos firmaron el “Llamamiento de los científicos contra un nuevo programa nuclear”.
En Estados unidos los problemas financieros causados por el atraso en la construcción de los reactores nucleares Vogtle 3 y 4, en Georgia, han afectado tanto a las empresas involucradas como a los contribuyentes y clientes. Iban a salir 14,000 millones de dólares, y ya llevan más de 30,000 millones. En 2017, Westinghouse, responsable de los reactores, no pudo hacer frente a los costos y quebró.
¿Y qué hay de los combustibles nucleares gastados, metidos en agua en piscinas en las mismas centrales? En Estados Unidos hay una ley que prohíbe el almacenamiento de residuos nucleares de alto nivel y prohíbe a las agencias estatales emitir permisos, y es un obstáculo para la construcción de algún lugar adonde meter la basura más peligrosa. Hay en la justicia solicitudes para almacenar residuos nucleares en zonas rurales de Texas y Nuevo México. Y hay gobernadores que afirman que sus estados no serán basureros nucleares. Lindo entuerto. En EE.UU. 100.000 toneladas de combustible gastado esperan en las centrales desde 1980 y aumentan en más de 2.000 toneladas cada año.
Además de esa basura hay en Estados Unidos gigantescas cantidades de residuos nucleares producto de la fabricación de armas. Desde el legado de la Guerra Fría hasta las más nuevitas tecnologías nucleares para matar, todas generan basura peligrosa, que aún no tiene solución. De 1950 a 1990, el Departamento de Energía de EE.UU. produjo un promedio de cuatro bombas nucleares al día (60 mil en 40 años), generando residuos radiactivos por miles de años. Sea donde fuere que los pongan, ¿cómo advertir a las generaciones futuras que no desentierren los residuos que están allí depositados?
Hanford, en el estado de Washington, donde se establecieron los reactores productores de plutonio, son hoy el peor foco radiactivo de ese país, con 200 mil metros cúbicos de lodo altamente radiactivo procedente de la producción del plutonio, que filtran hacia el río Columbia, esperaba la construcción de un depósito que terminó a medio hacer, cancelado, símbolo del fracaso 80 años después de la Segunda Guerra Mundial, a la hora de dar cuenta del legado más mortífero de la era atómica. Aun hoy no empezó a funcionar ya que vaciar esos gigantescos tanques radiactivos para llevar los lodos hasta el edificio, es caro, y extremadamente peligroso. El director financiero del proyecto en Hanford, dijo que todavía faltaban entre 40 y 50 años de limpieza. ¿Limpieza? ¿Hay una varita mágica que neutralice la radiación letal? Las necesidades diarias de la limpieza de Hanford son de 50 MW de energía y 13 000 m3. de agua. Por qué no hacemos las cuentas de cuánto vale la energía nuclear, lápiz y papel, ¿junto con quienes siguen diciendo que es una energía limpia y barata?